18 de agosto del 2020.
Millbrook, New York.
Maldijo internamente al ver la notificación en su celular y cogió las llaves de su carro, que se hallaban colgadas en la entrada, agachándose para colocarse los zapatos.
—¡Regreso en un rato, Jimin!
— ¡Anda con cuidado, Kook! — respondió su amigo. Jungkook rodó los ojos ante su preocupación y metió su mano a su bolsillo izquierdo para sacar sus audífonos. Wires se coló en sus oídos y avanzó el paso por el pasillo del centro departamental.
Salió del ascensor y saludó con un asentimiento de cabeza a la recepcionista—Una señora de aproximadamente 40 años muy amable— y salió del edificio.
Caminó una calle abajo, tarareando un poco y observando a su alrededor. El cielo estaba de un tono grisáceo, algo un poco raro para ser los United States.
Desde que regresó de Corea el cielo se había mostrado siempre en un tono azulino celestón con nubles blancas cual algodón. Si era sincero, le gustaba un poco más el cielo que se mostraba aquí, pero si le preguntaban por lo verde, elegiría sin ni una pizca de duda a la naturaleza coreana. Después de todo, Corea del Sur era su país.
No le pregunten sobre su nacionalidad. El pequeño Jeon Jungkook estuvo muy perdido desde hace mucho tiempo, pero ya lo algo lleva mejor, quiere creer. —Aun así, no le preguntes.
Ingresó en el vehículo y aprovechó para estirase, tronó su espalda y levanto los brazos en ese reducido espacio, logrando conseguir un poco más de comodidad corporal.
Insertó la llave, direccionó la palanca y soltando un suspiro cansado sus manos tomaron el volante para poder salir hacia la autopista.
Condujo con normalidad, quitándose el audífono de una oreja para poder percibir los ruidos exteriores y golpeteando sus dedos a la melodía de Rebels giró una esquina topándose con un semáforo en rojo, bufó molesto.
Mientras esperaba, su vista se posó en la acera, a través del vidrió se podía observar a una joven con un cochecito en manos que sonreía reluciente mientras observaba a su —suponía. —pareja jugar cargando a —volvía a suponer. — su hijo pequeño, le calculaba entre 1 a 2 años.
Un claxon sonó detrás de él, haciéndole caer en cuenta de que el semáforo ya había cambiado a verde; por lo que, con un sentimiento pesado, pisó el acelerador y continuó hacía su destino listo para su próxima entrega.
La triste historia del pequeño Jeon Jungkook. Huérfano por accidente, recogido por el gobierno surcoreano y sexy repartidor.
Según lo poco que pudo recolectar con ayuda de su amigo Jimin, compañero de la Secundaria. Él había sido algo así como un niño "cuna de oro" que viajó de turista a los Estados Unidos, aun teniendo solo un año de edad. Trágica historia, ya saben, sus padres se hospedaron en un hotel famoso en su época y ocurrió un incendió inesperado que acabó con la vida de todos en ese lugar. Oh, excepto Jeon Jungkook.
Genial, maravilloso, fantástico, al parecer tuvo mucha —no sabe si buena o mala. — suerte de sobrevivir gracias a las venditas bien hechas columnas del lugar.
En fin, el gobierno lo recogió y vivió de los servicios sociales hasta los 18, sufriendo de una gran soledad al crecer. Terminó los estudios —donde se encontró con Jimin. — y ambos se enlistaron al servicio militar obligatorio para al terminarlo viajar a los Estados Unidos, para vivir. A veces, odiaba el hecho de haber sobrevivido.
Jimin, a diferencia de él, tenía a sus dos padres vivos y coleando bañados en dinero. Entonces ¿Por qué se alejó? ¡Si lo tenía todo!
Oh cariño, padres que viven por el trabajo, hijos que viven con y por ellos mismos.
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AFTER DYING ¡KTH+JJK!
FanfictionJeon Jungkook no sabía la manera en que su vida iba a cambiar luego de entregar un paquete a un hotel lejos de la cuidad. ❝ Bienvenido a Halcyon Halls, ¿Fecha de fallecimiento? ❞ Uno nació para morir y el otro murió para vivir, pero ambos existieron...