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Acababa de terminar mis estudios.  El alivio era tan grande como el miedo que me carcomía por dentro.  No más libros, no más exámenes, pero… ¿y ahora qué?  La cruda realidad me golpeaba:  necesitaba dinero, mucho dinero.  Necesitaba ese pequeño lugar, ese café acogedor que soñaba con tener, un espacio donde el aroma a café recién hecho y la música suave fueran los protagonistas.  Dos años, me había dicho a mí mismo. Dos años de trabajo duro, de sacrificios, para poder comprarlo. Al ritmo que iba, parecía una eternidad.  Tenía que esforzarme más, mucho más.

Mi celular vibró, interrumpiendo mis pensamientos. Era una notificación, no una llamada.  El Idol.  Por poco olvidaba nuestra cita.  Me aclaré la garganta, tratando de disimular los nervios que me recorrían el cuerpo.  Respondí en el último timbre.

—Pensé que no me contestarías —dijo Jooheon, su voz sonando a través del altavoz.

—Lo siento, estaba atendiendo a un cliente y apenas lo escuché —intenté que mi voz sonara tranquila, pero temblaba ligeramente.

—Está bien. ¿A qué hora sales? Si tienes tiempo, podríamos salir a comer algo —su voz era suave, casi un susurro.

—Sí, salgo en una hora. Si quieres, nos podemos encontrar en el lugar… —me mordí el labio, dudando.

—Quiero recogerte. ¿Puedo? —Su pregunta me sorprendió, un calor agradable se extendió por mis mejillas.

—Eh… sí, está bien —mi voz apenas fue un susurro.

—Entonces, mándame la dirección y te veo en una hora, Changkyun —su voz tenía un tono de anticipación que me hizo sonreír.

Corté la llamada y le envié la dirección.  Tiré el trapo húmedo sobre la barra y me apresuré a cambiarme.  Solo tenía una sudadera blanca y unos jeans desgastados, pero me los puse con cuidado, intentando lucir presentable.  Mojé mi cabello y lo peiné con las manos, tratando de domar mi rebelde melena.  Metí mis cosas en una pequeña mochila y esperé.  Me había apresurado tanto que me sobraba media hora.  Tenía que pensar en algo de qué hablar, en cómo mantener una conversación interesante con alguien tan… interesante como él.  Quizá tendría que inventar algunas anécdotas.

No es que me interesara sentimentalmente; solo quería ser buena persona, o algo así. Además, Gun Hee, mi amigo, estaba interesado en él. Sería un mal amigo si me llegara a gustar… pero su atractivo era innegable.  Un atractivo que me dejaba sin aliento.

¿Cuánto tiempo había estado pensando en eso?  Un auto se estacionó frente al café.  Podría ser él… o un secuestrador. Los vidrios estaban polarizados, no podía ver nada.  El miedo se apoderó de mí por un instante, pero la emoción era más fuerte.

La puerta del auto se abrió y él bajó.  Llevaba unos pantalones color caqui que resaltaban sus largas piernas y una sudadera negra.  Se veía… increíble.  Su rostro no tenía maquillaje, pero su piel estaba tersa y sus labios… Dios, sus labios se veían tan suaves.  Salí de mi trance y salí del café.

—Hola… —mi voz apenas era un susurro.

—Hola, Changkyun. Hoy te ves muy bien —su sonrisa me dejó sin aliento.

Sonreí, intentando no emocionarme demasiado. Subí a su auto, luchando contra los nervios.

—Oí que ya terminaste de estudiar. ¿Qué planeas hacer ahora? —preguntó mientras conducía, sin quitar la mirada de la autopista.  ¿Cómo sabía eso?

—Estoy trabajando para comprar un lugar que me gusta.

—Ya veo, quieres tu propio negocio.

Asentí con la cabeza. No era de muchas palabras, pero él parecía darse cuenta de mis silencios, de mis sonrisas fugaces, y eso me tranquilizaba. Llegamos a un restaurante elegante, y me abrió la puerta del auto con un gesto caballeroso.  Mis mejillas ardían. Ya tenía una reservación. Si lo hubiera rechazado, seguramente se habría ido. Entramos y nos sentamos.

Descanso (Jookyun) (Corrección, Activa )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora