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artemis prelude ( avengers: endgame, 2023 )
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—¡NO PIENSO PERMITIRLO! ¿ENTIENDES? —Betty se aferraba como podía a la mano de su padre, que la sostenía desde arriba, mientras apretaba con todas sus fuerzas su mano derecha alrededor de la muñeca de Natasha—. ¡No puedo dejar que lo hagas, Nat! ¡No lo hagas, por favor!
¿Cómo habían terminado ellos tres en aquella situación? ¿Por qué precisamente ellos tres?
Una vida. Una vida para salvar millones.
Pero no valía la pena si la de Natasha era el precio a pagar. Betty no podía permitirlo.
—Tienes que dejarme hacerlo, Betty —respondió la mujer. Betty ahogó un sollozo—. Por favor.
—¡NO!
—Suéltame —pidió Natasha. Betty no podía.
—Por favor, no. —Clint estaba haciendo su mayor esfuerzo aguantando a su hija y su mejor amiga—. Nat, por favor.
—No puedes hacerlo —sollozó Betty. Quería sujetar con su otra mano a Natasha, quería hacer lo posible por mantenerla cerca de ella—. No, por favor.
No podía perder a Natasha. Betty no hubiera sobrevivido aquellos cinco años sin ella.
—Eres mi madre, Nat —susurró Betty, con voz ahogada. Tenía que decírselo. Ella tenía que saberlo—. Has cuidado de mí toda mi vida. Tú... Tú me has enseñado todo lo que sé. —Los ojos de la Vengadora se llenaron de lágrimas contenidas—. Por favor, no me dejes sola.
—Siempre estaré contigo, дорогая —respondió Natasha, que de algún modo se las arregló para sonreír en aquella situación—. No te dejaré. Pero tienes que dejarme hacerlo.
—¡No! —Dos Barton, un único grito lleno de dolor. Lleno de súplica.
Betty solo deseaba ser ella la que estuviera abajo, no en medio. Quería que la dejaran morir. Tenían que dejarle hacerlo.
—Por favor —sollozó, por enésima vez.
—No pasa nada —susurró Natasha, con voz trémula. Parecía irónico que ella fuera la que los consolara en aquella situación, cuando estaba a punto de arriesgar su vida.
—Por favor —repitió Clint.
—No me dejes —suplicó Betty, las lágrimas casi impidiéndole ver el rostro de Natasha.
Una última mirada. Un te quiero silencioso. Dos corazones destrozados.
Y, tras ello, Natasha saltó.
Betty nunca creyó que un sonido como aquel pudiera salir de su garganta. Si el dolor tuviera un sonido, debería haber sonado así.
—¡No! ¡NO! ¡NAT! —Chillidos desesperados, Betty intentando librarse del fuerte agarre de su padre, que no pensaba perderla también—. ¡NAT! ¡NAT!
—Betty, Betty —llamó su padre, su voz cargada de dolor. Ella no podía mirarlo. No quería ver cómo intentaba ser fuerte por los dos—. Cariño...
—¡Suéltame! ¡SUÉLTAME! ¡NAT!
La mente de Betty se nubló. No podía ver, no podía oír. No podía respirar.
Solo podía sentir su alma rompiéndose en mil partes.
