Mayo de 2010Hace frío en la calle, se ha anunciado una muerte que tiene en vilo a toda la comisaría. Han apuñalado a una niña pequeña en la noche, en unos suburbios de Barcelona. El rostro de la niña indicaba paz, como si conociera a su secuestrador, y entendiera el por qué mejor que yo, que era un mero espectador de un asesinato cruel y doloroso.
Soy Rodrigo Limones, me conocen como el inspector silencioso, porque de pequeño tuve un ligero problema de déficit de atención y no hablaba mucho con las personas. Me centré desde muy joven en tratar de comprender el más allá, es decir, la verdad que se escondía tras los misterios más enrevesados, fue así como acabé de investigador de la policía. Hoy en este caso estaba enviado en representación de la Comisaría valenciana en la que trabajaba, para que ayudara en lo que pudiera.
En la calle des contiut, a las 3:30 horas, cuando apenas despertaba el rocío en la mañana más primordial, la pequeña Cristina Valls Condal, ha sido asesinada y encontrada tirada por las calles con las prendas de vestir rasgadas. El cuerpo permanecía frío y duro como una piedra, bocabajo y lleno de agujeros de cuchillo. Los ojos, azules como un cielo despejado, estaban agrietados, vidriosos y escondían alguna lágrima en una metáfora mal dibujada.
Cristina Valls, 5 años, la pequeña de una casa de tres hermanos. Una familia ni rica ni pobre, intermedia. Con unos padres muy protectores y permisivos al mismo tiempo, una mezcla rara para los tiempos que corren. La pequeña había sido dada la vuelta tras recibir varias puñaladas en el pecho.
Me senté en la acera, mirando la escena, como si fuera un novato que veía el caso por primera vez, una persona común de la calle, andando por el callejón y encontrándose con la escena. La piel la tenía de gallina, no podía imaginar al monstruo, pero era consciente de que había uno.
Investigamos a la familia, pero eran todos ejemplares y demasiado correctos, quizás en exceso. Nos quedamos sin testigos, nadie había odio ni visto nada. Había sido una muerte anunciada por todos los medios, ya ocupaba todo Twitter, rodeado de las correspondientes condolencias. De repente, el caso dio un vuelco, un inesperado giro, la niña era adoptada, y en los papeles figuraba un centro de menores anticuado y polvoriento.
Acudí allí, sin nada mejor que hacer que dedicarme a mi trabajo, y hallé. El centro era una tapadera para una red de prostitución clandestina de Barcelona, intentaba parecer una especie de lavandería o centro de atención de ancianos, no estoy muy seguro. Detuvimos a varios culpables, pero ninguno se declaró autor de la pobre señorita Valls.
Las horas pasaban, y nadie encontraba un culpable, toda la Comisaría volcada en ayudarme a domicilio, pero ninguno de los corresponsales que estábamos allí, con los recursos que teníamos, dábamos con la respuesta. Ya temiendo que tras 30 horas de su muerte nadie iba a dar con una solución, decidí fijarme de nuevo en los detalles. Miré en la PDA familiar, y encontré un canal de Youtube de dos de los hermanos, Cristina y Roubert. Un canal con más de dos millones de visitas, y con más de 90.000 suscriptores. Eran las 6 de la mañana y sin poder dormir, con los párpados cansados por trasnochar, me di cuenta de algo, el canal hacia una semana que estaba a nombre de una de las profesoras de la Guardería Bonaventura. El nombre del dueño del canal, estaba escondido bajo varias direcciones IP y con pseudónimos, pero tras desencriptar la información, obtuve las respuestas que buscaba. La profesora Emilia Rosemary Catalat, estaba chantajeando a los niños para recibir un porcentaje de futuros royalties del canal. Los niños chantajeados hasta la saciedad, habían decidido cortar por lo sano, pero la profesora había puesto tierra de por medio y había matado a uno a sangre fría, para dejar traumatizado al hermano y poder jugar con su mente infantil como si fuera una marioneta.
7 de la mañana, los policías han irrumpido en el domicilio de la profesora. Ni rastro de la misma, se había marchado y no había dejado huellas en el proceso. La señora mayor se disponía a huir sin mirar atrás, había matado a la niña por un par de monedas, pero con el caso resuelto y sabiendo quién es el culpable, el resto se lo dejamos a la policía local, que hizo su trabajo, deteniendo a la mujer y encerrándola en prisión.
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"El día que decidí que quería matarte"
Mystery / ThrillerUn muchacho de unos veinticuatro años, joven, moreno, con los ojos verdes, las manos callosas y el pelo enredado en miles de tirabuzones, se levanta del suelo en el que se halla tendido y una voz se escucha en un altavoz escondido en la habitación b...