7 de Marzo de 2010
La inspectora Carolina Ramírez, respira hondo, anda algo acelerada, su mirada está únicamente concentrada en el periódico que tiene prácticamente pegado a la nariz. El periódico El Cúspide de Valencia, tiene marcado en negrita y en primera página una noticia de hace unas semanas.
"EL ÁNGEL GABRIEL"
En la madrugada de ese mismo Domingo, Gabriel Domínguez Riviesa ha sido encontrado en el baño de su casa, tenía la garganta hecha jirones, un cuchillo afilado de cocina que había sido hallado en la escena era el causante, había perforado su garganta de lado a lado en un corte sucio y brusco. Como resultado de tan atroz acto, tanto la parte superficial del lavabo como los adoquines del baño se habían bañado de rojo. La escena era cruel, el anciano yacía muerto en el suelo con la cabeza apoyada en el bidé, casi aprisionada por el escaso hueco que dejaba el grifo del agua. Sus rodillas se habían golpeado con el frío suelo al caer y se encontraba con las piernas doblegadas, con cardenales superfluos dibujados sobre la piel como si se tratase de una mancha de aceite en una camiseta.
Gabriel se había suicidado, la acción se confirmó horas después, cuando los policías que acudieron a la llamada de auxilio, encontraron una nota sobre el espejo, justo en frente de la víctima, que decía lo siguiente:
"Me llamo Gabriel como el ángel, pero soy un demonio"
Nadie de los allí presentes, ni los policías ni los investigadores del caso entendieron la figaresca postura ante la muerte del actor de teatros pequeños Gabriel Domínguez, que era la profesión de la víctima. Esta obra teatral estaba hilada con tal finura, que nadie se había dado cuenta de que trataba de esconder una realidad cruel. Nadie excepto la joven Carolina, una inexperta investigadora que acaba de iniciar en la profesión y tenía todos sus sentidos puestos en su primer crimen.
Carolina Ramírez, matrícula de honor en las oposiciones para policía, recién entrando en el escenario, fue la única capaz de mirar en todas las direcciones y hallar cuál era el detalle que faltaba. Tras un par de horas buscando incesantemente entre los trastos revueltos de la anciana casa, halló una trampilla en la despensa, en cuyo interior se encontraba un niño arropado entre toallas. El muchacho de unos ocho años de edad presentaba múltiples lesiones, magulladuras, arañazos, cardenales e incluso heridas profundas. El chico por fortuna respiraba, pero fue trasladado inmediatamente a urgencias para que se realizara un cuidado intensivo y se le trataran todos los males que alguien le había ocasionado.
Sin duda, un caso con muchas dudas por despejar, que ha tenido la intervención de la heroína del día, Carolina, la perspicacia de esta joven hizo que se pudiera destapar este posible caso de maltrato
Antonio Castaño.
Carolina terminó de leer la noticia, ¿ella una heroína? ¿Por ver algo que no era difícil de detectar? Desde luego que no, se alegraba de haber encontrado a ese niño pequeño, los médicos le habían comunicado que gracias a la rapidez con la que le encontraron se iba a recuperar con fluidez, pero no estaba de acuerdo con que la denominaran una heroína, ella quería destacar, pero no así, no por un simple detalle que había pasado desapercibido. Ella quería llegar a ser una inspectora de renombre, pero no una heroína, porque a las heroínas se las recuerda por ayudar a la personas de los villanos, y aunque ella de cierta forma tenía una profesión similar, quería ser visceral, destacar por su agudeza y su ingenio visual, que la valoraran por su inteligencia y no porque apareciera en los periódicos que era una especie de chica con superpoderes.
La inspectora Ramírez, se colocó en frente del edifico grisáceo casi neutro con matices negros y ventanas blancas con los barrotes oxidados, dispuesta a girar el pomo sin brillo de la puerta, cuando Rodrigo Limón, el inspector más solicitado de la comisaría y de los medios de comunicación la arrolló con velocidad, apartándola de su camino como si su existencia acabara de ser puesta en duda.
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"El día que decidí que quería matarte"
Mystery / ThrillerUn muchacho de unos veinticuatro años, joven, moreno, con los ojos verdes, las manos callosas y el pelo enredado en miles de tirabuzones, se levanta del suelo en el que se halla tendido y una voz se escucha en un altavoz escondido en la habitación b...