UN FINAL DEFINITIVO?

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21 de Junio de 2017, Instituto Góngora

Teide se levantó esa mañana con la mente inflada de preguntas sin respuesta, desayunó, se apuntó en la mano que tenía que darle las gracias a Silvia y se encaminó hacia el Instituto.

19 horas después...

El Góngora esta mañana tenía su música habitual, todo eran sonrisas al vuelo, chicos jugando en un patio de recreo y mochilas abriéndose y cerrándose con nerviosismo. Casi un día ha pasado y todo ha cambiado tan repentinamente, hasta la estructura del Góngora es distinta. En los pasillos donde hace varias horas corría todo el mundo, no había ni un alma, el campo de fútbol tenía apagadas las luces y todo estaba oscuro. Las cintas de no pasar eran el elemento principal de la tragedia tan gigantesca que acababa de arreciar a uno de los Institutos más tranquilos de la ciudad. Los nuevos integrantes del colegio eran policías, que revisaban con minuciosa cautela cada esquina, cada renglón, mirando de nuevo una y otra vez los escenarios. Finalmente, llegamos a Rodrigo Limones, el avispado inspector, que luce ahora un poco diferente. Sus cejas están hacia bajo con pesadez, tiene en el rostro el cansancio de no haber dormido en varios días, además, las arrugas han invadido su piel, y las gafas están fuera de su lugar habitual. El detective al que las sorpresas no le afectan, se encuentra ahora con la boca abierta. ¿Quién había muerto? ¿Por qué nadie decía nada? ¿Dónde estaba Teide?

El primer fallecido se confirmó con la autopsia, Guillermo Blanco, el capitán de fútbol era el primer asesinado, había muerto al caérsele unas taquillas encima. Uno de los chicos más populares tenía ahora las costillas aplastadas hasta el esternón, le habían estrangulado con fuerza hasta dejarlo sin habla y estaba lleno de marcas de algún objeto afilado. Posteriormente se confirmaron las muertes del delegado de la clase no bilingüe, Rubén Galimatías, y la chica más inteligente de la escuela, Laura Noriega, todos muertos por acciones muy diferentes. Rubén había sido apuñalado por la espalda con otro objeto afilado, se desconoce el arma, pero murió en el acto. Laura estaba en las escaleras, alguien la había lanzado con brutalidad desde la tercera planta, se había golpeado la cabeza hasta desangrarse. Se encontraron dos cuerpos más pendientes de confirmación de identidad.

Tras determinarse que se había tratado de asesinatos y no saber la causa, la policía abrió una investigación, interrogando a los principales sospechosos. El primero de ellos acaba de entrar por la puerta y presentarse, está a punto de contar su historia, cuando se detiene para tomar un vaso de agua y beber.

-Que entre el primer sospechoso por favor-Dijo el inspector Rodrigo Limones suspirando con pesadumbre, el dolor era reciente, alguien le había superado de tantas formas distintas que se había visto sobrepasado, pero quería continuar con su trabajo, que era lo único que le permitía seguir adelante, la certeza de saber que no importara lo que sucediera, acabaría cogiendo a el/los culpables.

Por la puerta entró el chico nuevo del colegio, Teide, derrotado también. El que fue el rival de la víctima por un puesto importante en el mundo del fútbol se encontraba delante del inspector Rodrigo. Nada más verle la cara, Rodrigo supo de quién se trataba, era el chico de un caso de maltrato por un familiar que un día se dijo que se encontraría.

-Teide, ha pasado mucho tiempo, ¿te adoptó una buena familia?-el inspector sentía tanta empatía por el muchacho que olvidó de la situación en la que el chico se encontraba ahora mismo.

Teide quería responder, pero las palabras no le salían de la boca, y lo peor de todo era que no se trataba de un sospechoso cualquiera, en estos momentos, era el señalado asesino. El chico volvió a beber para tratar de solucionar su problema de mutismo y funcionó, esta vez consiguió pronunciar con claridad:

"El día que decidí que quería matarte"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora