EL REY

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22 de Noviembre de 2017, Sevilla, Instituto Góngora

A la vuelta del verano, todo el Instituto Góngora solo estaba pendiente de una cosa, cuál iba a ser la respuesta de Teide ante la clara intención tanto de Silvia como de Laura, de llegar a ser algo más que amigos. Teide sin embargo, no se había enterado de nada, acababa de llegar de un viaje a Egipto con su familia, en la que había podido estrechar vínculos con algunos de sus hermanos, pero sin llegar a la amistad sanguínea.

El chico de rizos castaños, se encontraba frente a la puerta del Instituto Góngora, pero no estaba solo, alrededor de él, había una gran multitud, medio Instituto se había congregado para tratar de entrevistarle, con el objetivo de sonsacarle algún tipo de información. Por fortuna, su compañero de fútbol, Gonzalo Veloso, otro chico castaño que era de lo más popular, acababa de llegar, e intervino. Agarró al chico por la capucha de la sudadera y lo arrastró hacia el callejón más cercano. Gonzalo antes de hablar, le miró fijamente, tenía delante al chico que había conseguido conquistar el corazón de Laura. Mirándolo tan de cerca, Gonzalo no conseguía entender el por qué, la pregunta le martilleaba en la cabeza y no le dejaba avanzar, el chico no tenía nada de especial, acababa de llegar al equipo de fútbol, y aunque era bastante bueno, no se preocupaba en absoluto por su imagen o su popularidad, por lo que apenas se le conocía. Antes de desvelar la ira que le comía por dentro, Gonzalo apretó los dientes para contenerse, y trató de ver si había reciprocidad. La vida le había enseñado por las malas, que si uno quiere y ama con todas sus ganas, pero no es correspondido, se vuelve invisible. Quedas renegado al amigo que nunca será nada más, es irónico, con esfuerzo y deporte había conseguido que todo el Instituto notara su presencia, pero a la vez, había hecho que Laura Noruega, su mejor amiga, no pudiera verle.

—Eres el cotilleo que está en boca de todos ahora mismo, ¿me puedes explicar qué has hecho?—le miró con sinceridad, tratando de buscar una respuesta, deseando con todas sus ganas que lo siguiente que saliera de la boca de su compañero de equipo no fueran sentimientos.

Teide parecía perdido, era como si él no estuviera entendiendo la situación que se había generado. Con algo de esfuerzo, consiguió esbozar unas palabras:

—Las dos primeras amigas que he tenido, me han confesado sus sentimientos—Teide parecía descontento, Gonzalo no entendía nada, no conseguía descifrar las intenciones del chico a través de su mirada.

—¿Y eso es malo?—hizo hincapié en la pregunta, ya que a él le parecía que era un chico con suerte, más de uno querría estar en su lugar, incluyéndose.

—No es malo, pero no puedo entenderlo, tengo problemas para relacionarme con las personas, no las entiendo, se comportan de una forma que no puedo adelantar, cada uno tiene una intención propia—Teide parecía un robot, pero todo lo que había dicho era cierto.

—¿Esto es por lo de tus "problemas"?—Gonzalo empezaba a entender al muchacho, al que ya no veía tan diferente, se había visto reflejado en las palabras de su nuevo amigo.

—Sí, no comprendo los sentimientos, la gente normalmente los entienden, pero a mí me cuesta—se lamentó el muchacho—. No sé que hacer en estos casos.

Gonzalo, vio a un chico perdido, que quería encontrar su lugar, e inevitablemente se vio a sí mismo, un chico comiendo dietas hipercalóricas para ganar cuerpo. Decidió ayudarle, le había agradado.

Veloso, agarró al chico de la sudadera y lo arrastró hasta los vestuarios, aquella situación les había sobrepasado a ambos, tenían que hacer deporte para despejar la cabeza. Ambos entrenaron juntos, se relajaron y luego intercambiaron opiniones.

—¿Cómo lo haces?—preguntó Teide medio molesto, había visto tantas veces a Gonzalo interactuando con chicas y otros compañeros, que no las podía contar con la mano.

"El día que decidí que quería matarte"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora