Búscame

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Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

A leer.

Capítulo 2: Búscame.

-Tú... pero... -el agita una y otra vez la cabeza, del lado a lado. El cabello rojizo se le despeina divinamente y, al mirar de cerca su hermosura, quiero llorar otra vez.

¿Por qué? ¿Por qué tenías que estar muerto?

-Es difícil de explicar -musito- Desde pequeña tengo éste "poder".

El chico se da la vuelta y comienza a caminar como león enjaulado de un lado a otro por el pasillo que divide las butacas del auditorio.

-¿Así que... puedes verme?

Suelto un bufido -Sí. Es difícil al principio. Pero no te preocupes, si tan incómodo te hago sentir te prometo que haré de cuenta que no te veo, y listo -digo con voz monótona, aunque muy en el fondo lo que acabo de decir me lastima.

-¡No! -exclama él, casi de inmediato -No -vuelve a decir, ésta vez más calmado.

Está por decirme algo más, pero en ese momento las puertas del auditorio se abren de par en par y una ola de estudiantes entra junto con todo el escándalo de la juventud. Regreso mi vista al frente, pero él ya se ha ido.

Decepcionada y triste, las ganas de cortarme regresan, por lo que agarro mi mochila y salgo del auditorio hacia los baños.

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.

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Deslizo la navaja en cortes horizontales a lo largo de mi antebrazo, la sangre comienza a brotar con facilidad sorprendente al igual que mis lágrimas. Y no estoy llorando por dolor, esto es decepción y desesperanza.

-¿Por qué lo haces? ¿No te duele? -pregunta alguien a mis espaldas, y mi cerebro reconoce su voz antes que mis ojos su presencia.

Escondo la navaja en el bolsillo de mi pantalón -¿Qué haces aquí? Esto es el baño de mujeres.

Él engancha los pulgares en la cinturilla de ses vaqueros y sonríe infantilmente.

-Si te contara las cosas que he visto aquí dentro...

Entrecierro los ojos. Él estaba muy molesto al principio con respecto al hecho de que yo podía verle.

-¿Has cambiado de opinión? -inquiero retadoramente.

-¿Con respecto a qué?

-A mí.

-Perdóname si te hice sentir mal. No es... de todos los días encontrarse a una persona como tú.

Cambio mi peso a la otra pierna y avanzo hacia él.

-Ya vale -digo con una mueca que pretende ser una sonrisa y extiendo mi mano- Soy Bella.

-Edward -toma mi mano y aprieta no muy fuerte. Sentir su contacto es confuso.

Las personas por lo general piensan que un fantasma es intangible y borroso, que flota sobre el suelo y no tiene pies. Todo es más aterrador que eso: ellos lucen como si fueran cualquier persona, a excepción de la temperatura tremendamente fría de su piel.

-Y... -aprieta los labios- ¿No deberías estar en el auditorio?

-Verte fue muy duro para mí.

-¿Tan mal te trate? -dice, visiblemente afectado.

-No fue nada de lo que dijiste -aclaro- Fue tu sola presencia. Cuando me miraste fijamente y sonreíste hacia mi dirección hiciste nacer en mí la esperanza de que quizás esta vez mi vida no sería una total mierda... hasta que... Bueno, tú sabes.

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