II. OPORTUNIDAD

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Las cosas tenían un tono oscuro, bah, oscuro es demasiado ambiguo. No sabria explicar cómo carajos algo como estaba pasando de verdad, cuando las personas se encuentran en este tipo de situaciones, generalmente despiertan... despiertan de ese sueño que mas bien podría llamarse pesadilla, si una pesadilla que ni en mil sueños alguien podría adivinar. Todo debía ser un sueño... soñado por un soñador con muchos problemas. A veces lo que nos muestran los sueños son cosas que hemos olvidado, a veces no tienen un sentido y en un momento puedes soñar que estas escalando el Everest desnudo  con un compañero canino Poodle llamado charco de semen, el Poodle puede cambiar a forma humana sin que uno se dé cuenta. Los sueños son cosas muy raras, y también...es como una muestra gratis de como estar muerto.

Un sudor frío estaba empapando el uniforme de Santiago. El código de vestimenta del colegio era una camisa blanca mangas largas, Jeans negros, y zapatos negros, las chicas usaban faldas cortas de color negro. Como no tenía zapatos negros los que usaba eran blancos. El logo estaba en forma hexagonal, adornado con rayos y con la cara de Nicolás Tesla en el medio del logo e iba al lado del pecho izquierdo. El sudor de la frente salía como si hubiera abierto un grifo del baño, caía en los ojos y se tenía que limpiar con las mangas cada vez que no podía si quiera ver, el sudor era como salsa picante cuando le entraba en los ojos.

Sentía como si mil abejas le picaban desde adentro del cráneo queriendo salir con brutalidad.

—Cálmate, estás más asustado que yo—susurró su amigo, intentado formar una sonrisa en sus labios pero renunció a ella—. Perdón... Lo que hice fue algo estúpido.

—Fuiste muy valiente—mintió Santi, no quería ver esa cara de dolor en Stephen, sólo con ver su cara también le dolía, le dolía como si a él también le hubieran disparado.

—A la mierda con eso—dijo Charles Núñez con una mueca de asco—. ¿Es que acaso te creias el puto John Wick? No estamos en una película te las puedes tirar de héroe sin consecuencias.

Las palabras que pronunció el profesor era como veneno para los oídos, estaban en la misma situación todos en ese salón..., no, no eran solo los del 3—F, todo el instituto estaba secuestrado. El hombre que le disparó a Stephen había dicho que todo el instituto había sido secuestrado por ellos, los malditos de llanto de niños.

Al momento del disparó que sufrió en la pierna Stephen, el hombre que se le alcanzaba a ver una barra de chocolate tatuada en cuello dijo : —» Ese pendejo se va a morír—dijo rascándose el cráneo—. En este puto colegio no hay enfermería.

El otro hombre con pasamontañas que no dicho nada, y que estaba al lado izquierdo se le escapó una pequeña risa pero luego la contuvo.

—A ver... Bueno... —continuó el Hombre de pasamontañas subido hasta la nariz, haciendo caso omiso a la risa de su compañero enmascarado—. Terminemos con su dolor, es mucho más humano matarlo y que no sufra—apuntó su rifle de asalto hacia un Stephen moribundo, empapado en sus propias lágrimas y sangre. Se puso el pasamontañas correctamente.

—¿Eso crees?—preguntó el enmascarado que había soltado un bufido. Su voz era suave y cálida, no pareciera que fuera una mala persona—. Huesos ¿Tú que piensas cuándo una persona muere? —comenzó a caminar—. Las personas que abusan de su poder, y que quieren amenazar con dicho poder, son los que más odias..., este muchacho rubio intentó amenazarte—alzó la voz para que todos lo pudieran oír—. Las vidas de las personas están sujetas por la maldita clase social. Si eres pobre no puedes hacer nada en este podrido mundo. La sociedad dice que si nos esforzamos podemos sobresalir—hizo un chasquido con la lengua—. Que si somos buenos nos recompensarán con el paraíso. Que si eres malo irás al infierno. Pero dime tu... ¿Crees que de verdad habrá castigo después de la muerte? O ¿simplemente nos espera el olvido? Si ese es el caso ¿Cuál es el sentido de vivir? Pero eso ya todo el mundo lo sabe y no es nada nuevo. Lo que quiero llegar a decir es...—ya había llegado a donde estaba un Stephen moribundo. Se agachó—. Y tu... ¿Por qué intentaste amenazarnos?—con un movimiento rápido saco un cuchillo de cacería y comenzó a cortarle el pantalón hasta la rodilla de la pierna izquierda.

Torturados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora