XI. TE EXTRAÑARE

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La luz que emanaba la luna hacia que ese la luz estuviera desbordando sentimientos, de calidez, de amor, de pánico, de felicidad, tantas emociones que no se podían describir así mismas, las cosas que pasaban no tenían sentido, y a final , la calidez, estaba caliente estaba caliente, están caliente, estaba caliente su abdomen, muy caliente, tan caliente que no podía respirar, sus ojos se posaron en esas botas de militar que venían acercándose con ese horrible sonido cada vez que caminaba, sus ojos lentamente se cerraban, sentía la cara manchada como si algo húmedo lo hubiera empapado.

— Maldita sea. Creo que exagere un poco.

alguien estaba hablando pero no alcanzaba a ver quién, Simón Reon el joven que no salia de su casa estaba cubierto de sangre, de su propia sangre, intentó levantar la cabeza para ver. De dónde provenían esas palabras. Pero no lo lograba golpeándose la cabeza repetidamente

— Lo siento mucho. No era mi intención causarte dolor. La verdad es que no quiero matar a nadie, hace que me duela el corazón. Pero sino lo hago las personas más importantes para mí van a morir.

Quería saberlo. Anhelaba saberlo, porque el día que se iba a ver con sus amigos para jugar fútbol en el hotel de la tan anhelada fiesta de una de las familias más ricas de Paraíso, parece que todo terminaba de esa manera, lo último que escucho fue el el crujido de algo, y después de eso, solo sintió paz.

Torturados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora