VIII. SELENA

5 0 0
                                    

Ese hermoso cielo azabache, esas nubes que parecían esponjas, esa brisa que fría tan dulce y hasta acogedora que había, esa mañana era perfecta, como dije...era.

El sonido de su despertador la sacudió. —¿por qué puso la alarma tan temprano nisiquiera había salido el sol? —

Se sentó en su cama y durante una cantidad considerable de tiempo  quedó viendo su armario de ropa, pero no estaba viendo su armario precisamente, en realidad no estaba viendo nada, como cualquier persona cuando se despierta.

Su celular que estaba en su mesa de noche de pronto se encendió. Tenía un nuevo mensaje.

Lina, ¿Podemos hablar"

—¿otra vez Francisco?—agarró el teléfono y comenzó a revisar y era absurda la cantidad de mensajes que le había mandado su ex novio—hizo una mueca disgustada y tiro el teléfono a la cama.

Como siempre hizo su desayuno.

Pizza saltó sobre el pecho de Selena ansioso por comer.

—Tranquilo, amigo.—bajo las patas de su pastor y este comenzó a dar vueltas esperando su alimento—. Hasta pareciera que me quisieras comer a mí—sonrió dulcemente.

Pizza se sentó y alzó una pata. Soltó un ladrido y luego la bajó.

—Ya va, Pizza. Ya te doy tu pedazo.

Ni se te ocurra volver a darle picante al perro, tu sabes lo que pasó la última vez

Los huevos revueltos estaban servidos sobre la mesa. Un plato para ella y otro para su fiel amigo canino.

Bajo el plato y se lo puso a los pies.

—Shhhhhhh—puso su índice sobre esos hermosos labios rosados—. Que este sea un secreto entre ambos ¿vale?

Si su madre se hubiera enterado que Selena le había dado comida al perro en los platos que ellos utilizaban, seguro que la ahorcaba.

Pizza no dudo ni un segundo y comenzó a devorar su porción como si este fuese su última comida.

Mientras su mascota comía como ex-convicto que acaba de salir de prisión, la chica morena, buscaba los panes en el estante de la comida.

Tomó una taza de chocolate caliente y comenzó a desayunar, una comida que para ella era lo mejor que se podía comer en las mañanas.

Mientras acercaba el pan a su boca, recordó lo que había pasado la noche anterior, como si todo hubiera llegado de golpe. El frío que hacia a las 5 de la madrugada la transportó a ese momento que ella prefiria olvidar.

El parque Andrews era conocido por los adolescentes como el alma de la ciudad de Paraíso, allí iban los jóvenes con sus parejas a disfrutar, a charlar y a besarse. Quedaba entre la calle Torrance y la secundaria Tesla. No era un parque como tal, pero era llamado así porque cuando se realizan las ferias simpre se hacía en este lugar.

Tenía grama artificial, columpios, y había vendedores ambulantes. Luces de neón adornaban los árboles del parque Andrew.

Selena estaba caminando a su cita, vestía con un pantalón negro y una blusa roja, su pelo lignito había sido planchado y tratado cuidadosamente por Verónica.

La mitad del parque estaba llena de personas, unos hablaban, otros sólo estaba sentados en las bancas, y otros en las veredas con botellas en mano—¿cómo consiguen alcohol?.

Un chico rubio pasó a su lado, estaba vestido con unos vaqueros, camisa manga larga roja y con una gorra blanca que decía Sorry, G. Era apuesto y tenía buen físico, por un momento se sonrojo, pues ese chico rubio apuesto que parecía tener su misma edad la miró mientras iba pasando, notó que sus ojos eran de color marrón claros —Que raro un rubio con ojos cafés. ¿Se habrá teñido el pelo? — con ese rubio apuesto iba otro chico, aunque era lindo no llamaba la atención, el otro chico tenía el pelo castaño y se posaba sobre su ojo derecho, era más pequeño que su otro amigo, sus ojos eran de un hermoso color celeste, pero por alguna razón ese chico miraba así abajo, como si no quisiera estar en ese lugar.

Torturados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora