Capítulo 11.

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Capítulo 11. "¿Y eso fue por...?"

Existen cinco etapas en el duelo:

1. Negación.

"Mi mamá está bien, Liam... ella solo está un poco perdida... pero está bien"

2. Ira.

"¡Esto es una mierda! ¡Todo es una mierda! ¡No he podido ser feliz ni una puta vez en mi vida porque yo soy quien la destruyó! Y-yo... destruí a mi madre..."

3. Negociación.

"Solo necesito conseguir alguien que la cuide, acomodar mi horario, eso es todo, lo haré, de verdad lo haré, lo solucionaré"

4. Depresión.

"No quiero comer, Liam, quiero dormir, déjame en paz. Solo... déjame en paz, solo déjame dormir, estoy cansado"

5. Aceptación.

"Alcohólica, Lou, mi madre es alcohólica. Y yo soy un hijo de puta egoísta que se negó a ayudarla"

Los psicólogos dicen que si estás atravesando una pérdida o algún momento que cause gran dolor en tu vida, es perfectamente natural que sientas tristeza, confusión, ansiedad, falta de motivación, miedo o, incluso, culpabilidad.

No es cierto.

Era eso o Harry era aquel "uno entre un millón" pues justamente ahora, él no se sentía así, el solo quería reír.

Exacto, reír. Le causaba gracia su situación, "Hay actividad cerebral, pero ella no despierta, haré todo lo que esté a mi alcance para que despierte pronto" era lo que decía la neurocirujana de su madre.

Harry apretó sus labios para no reír. Seguro piensan "Que hijo de puta, ¿Cómo es que quiere reír en una situación así?" bueno, es que Liam se lo había advertido, su amigo se lo dijo, le dijo que su madre necesitaba ayuda y el prefirió ignorarlo.

Louis ofreció su ayuda también, y él no la tomó. Muchos quisieron ayudarlo, pero él los ignoró, y ahora su madre podría morir.

Y todo era su culpa, por ser un maldito egoísta y solo pensar en lo que él podría perder si su madre se iba, jamás pensó en ella, solo en él, no quería volver a perder a nadie, y ahora se encontraba en un hospital, esperando a que su madre abriera sus ojos una vez más.

Gracioso ¿No? Tenía que ser gracioso, porque si no era así, entonces era triste, y si era triste, había dolor, y si había dolor, había que llorar y el rizado ya estaba cansado de llorar, de sentir dolor, de no poder creer que estaba comenzando a ser feliz porque siempre pasaba algo que le recordaba que él no tenía derecho a serlo.

¿Siempre sería así? ¿Él no tenía derecho a sentir felicidad? Porque, si era así, entonces ¿Por qué Louis había llegado a su vida? ¿Qué propósito tenía el ojiazul? ¿Enseñarle que si podía ser feliz?

Harry no le había dado nada a Louis y, sin embargo, el castaño ya le había dado mucho.

Muchas sonrisas, muchos momentos, muchas carcajadas, muchas miradas, todo para el rizado se sentía como solo la felicidad podía sentirse. Cuando Louis estaba con él, todo estaba bien, lo que supone debía de doler, ya no dolía tanto, lo que causaba sufrimiento, dejaba de hacerlo, porque su Lou estaba con él, demostrándole que, a pesar de todo, él merecía ser feliz.

Primera semana.

– ¿Cómo está? – Jay se sentó en el sofá que estaba a un lado de su hijo, logró encontrar un poco de tiempo libre para poder ver sus dos jovencitos en aquel hospital donde trabajaba.

En Otra Vida (Larry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora