Capítulo final.

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Capítulo 22 "¿Estás listo?" segunda parte.

Harry se encontraba dormido, otro amanecer más que lo atrapaba durmiendo sobre la tumba de Louis, sinceramente ya si ni siquiera llevaba la cuenta de los días en los que había amanecido allí, Liam ya si siquiera lo acompañaba, él ya no le había permitido hacerlo.

Se removió incomodo en su lugar cuando sintió húmedo su rostro, como si alguien lo estuviese lamiendo – Lou... b-basta, no hagas eso – Dijo en un murmullo, su voz sonando ronca y profunda al ser usada por primera vez en el día.

Pero por obvias razones, no podía ser Louis quien estuviese haciendo eso -mierda, un vagabundo- pensó, y rápidamente abrió sus ojos y se sentó en su lugar, limpiando su cara con brusquedad y desesperación.

Agradeció a quien fuese que quien lo lamía era un perro, y no un vagabundo.

– Que asco – Dijo, con su rostro fruncido mientras miraba al perro – ¿Y tú quién eres? – Preguntó, el perro frente a él era de color negro, estaba seguro que era una raza pequeña, pero linda, sus cabellos estaban un poco rizados y alborotados – Nunca te había visto por aquí, ¿Te abandonaron? – El perrito, que parecía ser aun un cachorro, lo observaba con atención mientras seguía sentado en el césped.

Harry acercó su mano hacia el cuello del perro, con cuidado de que este no lo mordiese, al perro al parecer no le importó, pues dejó que el ojiverde lo acariciase, hasta parecía que él disfrutaba de ese contacto – Hmm, pues al parecer no tienes collar – Harry continuó acariciando al perro – Si alguien te abandonó, no te preocupes, lo pagará – Dijo, dejando las caricias, el perrito hizo un ruido de queja en protesta, pero Harry lo ignoró, llevando su mirada hasta la lápida que tenía el nombre "Louis Tomlinson" en ella.

– Buenos días, mi amor – Saludó él, su mirada perdiéndose en la lápida rocosa.

El rostro de Harry se frunció cuando el pequeño desconocido se colocó frente a su vista y con algunos ladridos, pareció exigir más caricias – Oye, estás en un lugar de respeto, no puedes hacer ruido – Dijo él, el perrito caminó un poco más cerca del rizado, subiéndose a su regazo – Hey, no, no – Se quejó, el animal lo ignoró, e incluso se aventó un poco hacia arriba, logrando lamer el mentón del ojiverde – ¡Hey! No hagas eso, peludo – Protestó.

Harry alejó su rostro del perro, buscando con su mirada a su celular, el cual después de unos segundos encontró, no muy lejos de él.

Lo tomó y revisó las notificaciones de éste, en él había varias:

Liam: Harry, ¿Otra vez en donde mismo? Llámame, necesito decirte algo.

Mamá: Hazzy, por favor solo dime que estás bien, amor, solo tomaste el auto y te fuiste, tengo miedo.

Tenía mensajes de Sadie, Juliet y Ross, ellos siempre intentaban saber cómo estaba, pero el rizado jamás respondía sus mensajes. Otra notificación más llamó su atención, era un correo de la universidad en la que se supone, debería estar estudiando, de nuevo, ellos le insistían con que aun podía estudiar en la institución, un nuevo ciclo iniciaría pronto y le ofrecían la oportunidad de hasta recibir una beca, pues entendían la difícil situación que lo había llevado a no continuar con sus estudios.

El rizado no respondió ninguno de los mensajes, solo el de su madre, en el que simplemente le decía que se encontraba bien y que iba de regreso a casa.

Borró todas sus notificaciones y revisó la hora 10:35 a.m. frotó sus ojos con dolor, su cabeza dolía, había bebido sin parar desde las once de la noche de ayer, la resaca estaba por matarlo. Ni siquiera supo cómo logró llegar hasta el cementerio, simplemente había amanecido allí, ya era algo rutinario para él, su cuerpo sabía de memoria el camino del bar hasta el cementerio, estuviese consciente o no, ya sabía cómo llegar.

En Otra Vida (Larry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora