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¿Te das cuenta que te hiciste pareja de un francés?

Si.

El enemigo.

Si, y un enemigo muy lindo.

Se considera traición y podrías morir...

Aja.

Segismundo se quedó mirándoles desde las escaleras, Gustabo se encontraba con la cabeza de Horacio en sus muslos, acariciando el  cabello del más alto mientras el otro tenía los ojos cerrados y sonreía.

El silencio reino por un momento hasta que Segismundo lo rompió.

¡Me alegro por ustedes!Se acercó corriendo lanzándose encima de ellos, despertando a Horacio abruptamente y aplastando a ambos en el proceso. ¡Que se joda la guerra y que viva el amor!

— ¡Segismundo! —Ambos chicos aplastados gritaron al mismo tiempo, riendo levemente después de hacerlo.

Pocas veces se permitían disfrutar de momentos cálidos como este, disfrutando y olvidando que afuera había una guerra, sin preocuparse por las constantes explosiones o disparos que se escuchasen, se habían acostumbrado y tenían en mente que lo que querían era sobrevivir.

Segismundo vigilaba en la parte del segundo piso, dejo un momento a solas a la nueva pareja para que disfrutaran de la soledad íntima, mientras el vigilaba que todo estuviera tranquilo, al menos cerca de aquella cabaña.

Horacio no desaprovecho la oportunidad y jalo el cuerpo del más bajo hacia el sentándolo en su regazo, abrazándole por la cintura y enterrando su nariz en su cuello.

—Te pones muy meloso por las mañanas. —comento burlón el rubio para seguidamente acariciar la mejilla de su pareja.

— ¿No te gusta?

—Todo lo que se trate de ti, me encanta. —Le dio un pequeño piquito que hizo a Horacio sonrojar al combinarlo con las palabras dichas por el de ojos azules.

Los minutos pasaron, llenos de besos, caricias y pequeñas miradas de adolescente enamorados entre ellos, hasta que Gustabo decidió cortar el rollo causando un bufido molesto en Horacio.

—Ya, ya bebe. —Se acercó al más alto que aún se encontraba sentado. Acunando su rostro entre sus manos dándole un besito esquimal —Tengo que ir a cazar, adoro estar pegado a ti como garrapata pero tenemos que comer.

—Voy contigo...—Tomo la mano del más bajo dándole un beso en el dorso de la misma, causándole ternura al rubio. —No quiero que vayas solo, no ahora, que el bullicio se escucha cada vez más cerca.

Volvieron a unir sus labios en un pequeño roce, cerrando sus ojos y disfrutando el momento.

—Es peligroso si vamos los dos, llamaríamos más la atención y sería más difícil pasar desapercibidos. —Acaricio la mejilla del castaño mirándole a los ojos, tratando de tranquilizarlo. —Estaré bien, cariño. Te lo prometo.

Horacio no estaba del todo convencido, sin embargo los orbes azulados de su pareja le transmitían una ligera tranquilidad, así que asintió no muy convencido aun así.

—Vale, bebe.

;+;;+;

Pese a lo dicho por su pareja el sentimiento de preocupación yacía en su pecho, su pareja se había ido hace casi dos hora, el cielo empezaba a tener tonos amarillos-anaranjados, dando a entender que la noche estaba cayendo, y si, Gustabo aún no regresaba.

Entre Dos Bandos [Gustacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora