Entre Dos Bandos [Gustacio]

8

Ponen la canción en los "..." sin paréntesis. (Ed Sheeran-Perfect)

Otro día más en la cabaña, esta mañana la temperatura era más baja de lo habitual, las ventanas estaba adornadas de la llovizna matutina. Horacio estaba siendo abrazado por el rubio quien también se encontraba dormido, la noche anterior Segis les había dicho que era su turno de vigilar y a pesar de las protestas de ambos, Segis los obligo a dormir.

El sol salía cada vez más, dejando que los rayos del sol se colaran por las pequeñas rendijas de las ventanas cubiertas con madera.

El primero en abrir los ojos fue el rubio, quien se estiro sintiendo el agarre del más alto en su cintura fortalecerse y como la cabeza de su pareja se escondía en el hueco de su cuello, sonrió para voltearse, quedando frente al rostro del castaño, lo delineo y acaricio, admirando sus pestañas, su nariz, sus mejillas y sus labios, los labios que le volvían loco, acaricio sus cabellos castaños con delicadeza, sintiendo la bomba de amor en su interior.

Hasta que vio los ojos heterocromaticos de su pareja viéndole, lo que le hizo sonrojar.

— ¿Dormiste bien? —Trato de desviar el tema.

El castaño rio levemente asintiendo. —Dormir abrazado a ti es lo mejor que me puede pasar. —le dio un besito en la frente sacándole una risita nasal al más bajo.

—Dios, son tan melosos que van a llenar la casa de hormigas.

Segis estaba mirándoles con una mueca de asco, que les causo gracia a ambos.

— ¿Quieres un besito también, Segis?

—Ew que asco tío. —Arrugo su nariz a la proposición de Gustabo. Horacio solo rio ante eso —Paso.

—Yo creo que si quiere uno pequeñito. —Agrego Horacio con una sonrisa burlona.

Segis le vio de mala manera para irse de ahí, pero Gustabo lo atrapo en un abrazo.

— ¡Eh! ¡Suelta, guarro!

— ¡Te voy a dar un beso! —Gustaba intentaba darle un beso en el cachete pero Segis se resistía.

— ¡Tienes novio! ¡No seas irrespetuoso, coño!

Gustabo reía ante el forcejeo de Segis, mientras Horacio igualmente carcajeaba desde su lugar.

—Hombre, yo quiero ver cómo te da el beso. —Contesto tranquilo.

— ¡Francés guarro!

Y así siguieron por unos minutos, al punto de que se corretearon por toda la casa, hasta que Gustabo tumbo al castaño en el sofá donde se encontraba Horacio sentado.

— ¡Agárralo, agárralo!

Y así el más alto lo tomo de la cintura con un solo brazo, impidiendo que escapara.

— ¡Suelta! —Trataba de zafarse pero era imposible. —Qué coño le dan de comer a los franceses, ¿¡Por qué esta tan mamado!?

Gustabo se acercó al castaño tomándolo del rostro, escuchando la risa del francés detrás de él, no pudo evitar sonrojarse al máximo.

Sintió los labios del rubio en su mejilla, dándole un besito.

—Ya está, bebe llorón.

Y así Horacio le soltó y Gustabo se sentó del otro lado como si nada hubiera pasado.

—Los odio.

—También te queremos muchísimo, Segis. —Hablo el de ojos azules sonriéndole mientras el otro castaño solo asentía.