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La lluvia había comenzado desde hace una hora más o menos, prometió quedarse despierto toda la noche para que los demás descansaran, sin embargo las gotas golpeando el suelo, no ayudaban mucho, le arrullaba el sonido relajante y adormecedor del agua golpeando la ventana.

Lamentablemente el rubio y el habían peleado la tarde del día anterior, Horacio quería moverse de lugar ya que llevaban bastante tiempo en aquella cabaña, quizá demasiado tiempo para su gusto y estaban bastante tranquilos, lo que le ponía los pelos de punta al castaño. Gustabo no estaba de acuerdo, si se movían estaba seguro que alguien los cazaría y los mataría desde lejos o peor aún, los atraparían y los torturarían, depende de cual bando seria el que los atrapara, igualmente serian traidores y los 3 pagarían por igual.

Además no era por la única razón que habían peleado, desde el incidente con Gustabo y aquellos soldados, el rubio se había comportado de manera distante con ambos castaños, Segis se había intentado acercar a él pero este había recibido tremendo grito que hasta Horacio le escucho, quien estaba en la planta de abajo cuando sucedió, y él no se quedó atrás, igualmente le asusto un poco la negatividad con la que vivía el rubio de un momento a otro.

" ¿Qué importa movernos o no? Igualmente vamos a morir."

Todo estaba bien hace unos días, solo fue que paso ese incidente y Gustabo empezó a comportarse de esa manera ¿Qué estaba ignorando?

No se hubiera imaginado pelear con el rubio en algún momento, sin embargo era algo que pasaría cualquier día y más con la situación tensa en la que vivían.

Aunque de algo estaba seguro, Gustabo ocultaba algo.

Sabía que el rubio era difícil al expresarse con palabras, se guardaba las molestias y pensamientos negativos para el mismo, simplemente para no sentirse una molestia al decir cómo se siente en silencio, lo sabía, se dio cuenta casi desde que lo conoció.

Recuerda las primeras noches que pasaron juntos después de conocerse, cuando ya tenían al menos una amistad, el rubio se la pasaba inquieto y a veces podía observar como temblaba levemente, disimuladamente se sentaba muy cerca de el e intentaba mantener conversaciones de vez en cuando, en las madrugadas, en las pocas ocasiones que se despertó pudo ver al rubio temeroso, viendo hacia el patio de la cabaña y cuidándolo de vez en cuando, susurrando levemente:

"Si entra alguien ¿Voy a ser capaz de protegerlo? ¿De si quiera protegerme a mí?"

Es por eso que lo sabía, Gustabo siempre aparentaba estar tranquilo, sin embargo por dentro estaba hecho un mar de preocupaciones y ansiedad, cosa que el intentaba calmar y distraerlo de lo que sea que pensara su creativa mente.

Suspiro levemente, viendo las gotas caer, jugando carreritas con las mismas, apostando por cual gota caería más rápido, aunque siempre perdía.

La casa estaba en completo silencio, solo se escuchaban las gotas golpear con el vidrio de la ventana y los pequeños truenos o bombas, quizá eran las segundas y si, odiaba que cada vez se escuchaban más cerca, al igual que los disparos.

Solo era cuestión de tiempo para que alguien los encontrara.

Una mano le toco el hombro, cosa que lo hizo brincar y hacer un soplido asustado, al voltear se encontró con el rostro levemente hinchado de Gustabo, su corazón se achico al verlo así, pero se limitó a verlo suavemente, esperando que hablara..

—No quiero que estemos mal—Susurro con su voz entre cortada. —No debí hacer que peleáramos, lo siento. —Lo último salió con voz rota, haciendo el ademan de que quería volver a llorar.

Con lentitud Horacio tomo su mano, acercándolo lentamente a él.

—No bebe, esta bien. —Se recargo en la pared, atrayendo el cuerpo más pequeño hacia él, abrazándole. —No llores, está bien. No estoy enojado contigo. —Coloco su cabeza en su pecho.

Entre Dos Bandos [Gustacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora