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La música es un ambientador, puede ponerlo o leerlo sin el, disfruten ♡

Un estruendo les hizo brincar a ambos, separándose de aquella unión de sus labios, ambos conectando miradas, la preocupación había crecido repentinamente en ellos.

—Horacio. —Conecto sus orbes azulados con los de su pareja, quien le miro sonriéndole levemente, tratando de tranquilizarlo aunque por dentro su corazón estuviera a mil.

—Tranquilo, todo estará bien. —Se acercó a él plantándole un beso en los labios.

—Iré a ver qué sucede, quédate aquí cari.

Horacio hizo el ademan de caminar hacia la puerta, sin embargo el rubio lo tomo del brazo impidiendo que siguiera avanzando.

—Gus...

—Iré contigo, no acepto ninguna negación.

Y así el de ojos azules camino delante del castaño con precaución, Horacio suspiro rendido y camino al lado del más bajo, bajaron las escaleras lentamente. Hasta que un ruido sordo se escuchó y cuerpo cayo delante de las escaleras, ambos hombres se paralizaron de terror hasta que Segis se levantó rápidamente y les hizo una señal para que hicieran silencio para seguidamente señalar a las ventanas, donde por las pequeñas rendijas se podían observar sombras pasando.

—No creo que entren. —Susurro el castaño a la pareja. — Pero es mejor estar preparados y no bajar la guardia.

Antes de poder responder algo un gran estruendo sonó en la puerta principal, alarmando a los 3 chicos que se encontraban allí, los tres se miraron, sintiendo los nervios y el sudor frio recorrer su piel.

—Van a entrar...—Susurro el rubio temblando levemente.

—No sabemos de qué bando son, es muy peligroso, tenemos que salir de aquí, ahora mismo.

Demandante, Segismundo jalo ambos chicos del brazo y los llevo debajo de las escaleras, donde al levantar la alfombra se podía ver una pequeña puerta de madera, quizá podrían escapar por allí los tres, o al menos eso creían.

—Mientras ellos están distraídos conmigo, ustedes ganaran ventaja. —Sentencio con seguridad mientras le colgaba una mochila con provisiones al más bajo de los tres.

—Espera un puto momento, Segismundo.

El de ojos azules miro suplicante a su mejor amigo, en desacuerdo con la idea que sentencio, tomando su vida como nada, solo por ellos dos.

—Los tres podemos escapar, no tienes que quedarte, por favor. -Su voz afligida llego a los oídos de los más altos.

Los golpes se hacían cada vez más fuertes, tratando de tirar la puerta.

La luz de Luna era lo único que iluminaba aquella cabaña, quizá podían acabar con los soldados que entraran, pero la desventaja es que no sabían cuántos eran. Segismundo miro directamente a Horacio, ambos conectaron miradas y con solo ese silencio entre la sombra de aquella cabaña, el de ojos heterocromaticos supo lo que tenía que hacer al ver la sonrisa calmada del castaño más bajo.

Iban a continuar hablando hasta que escucharon la ventana del segundo piso romperse, cosa que les hizo entrar en un terror profundo a los tres chicos, tomaron sus armas cada uno y se escondieron, camuflándose en la oscuridad de la noche.

Los golpes aún seguían en la puerta, hasta que un último se escuchó mucho más fuerte que los anteriores, una señal que la puerta había sido rota o derribada.

—No hay tiempo. —Susurro con desgane el castaño.

—Tenemos que irnos. —Hablo por primera vez Horacio. —Los tres juntos.

Entre Dos Bandos [Gustacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora