Dylan Modo Amiga

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Dylan me abraza mientras mi mente se llena de confusión. No puedo creer que mi padre tenga una amante y que sea la madre de Meg. Todo parece un mal sueño. Después de un momento, el ruido en la casa se detiene.

—Ya van a llegar los chicos —anuncia la madre de Meg, y mi padre se despide con un beso.

—Adiós, cariño —le dice a Meg antes de salir de la casa.

La madre de Meg sube las escaleras. Dylan y yo intercambiamos miradas, y antes de que nos atrevamos a salir, las lágrimas comienzan a brotar. No puedo aceptar que la amante de mi padre sea la madre de mi mejor amiga.

—Te amo, lo vamos a resolver —dice Dylan, apretando mi mano. Su mirada es reconfortante, y mientras lloro, me aferro a él como si fuera un salvavidas en medio de un mar de confusión.

Dylan comienza a conducir, y noto que su expresión es seria. Salimos a una carretera poco iluminada, y yo, confundida, le pregunto a dónde vamos.

—¿A dónde vamos? —pregunto, sintiendo el nerviosismo en el aire.

—Solo confía en mí —responde, desviándose hacia un camino de tierra lleno de piedras, como si estuviera buscando un escondite de aventuras.

Al poco tiempo, llegamos a una casa azul pequeña. Dylan se baja del auto y me abre la puerta con un gesto teatral, como si estuviera presentando a su novia ante un jurado.

—Bienvenida al refugio de Dylan —dice, sonriendo.

Sigo sus pasos hacia la puerta, sin entender del todo lo que estamos haciendo aquí. Al llegar, una ancianita nos recibe con entusiasmo.

—¡Dylan! —exclama la viejita, dándole un fuerte abrazo.

—Hola, Nana —responde él, devolviendo el abrazo con cariño. Luego, me presenta con un brillo en sus ojos. —Eres la famosa Issy, ¡la niña que le robó el corazón a mi Dylan!

Me siento un poco más tranquila en su presencia, y pronto, la conversación se vuelve cálida y reconfortante. Pero la preocupación por mi padre sigue en mi mente.

—Dylan, ¿quieres que le diga que es tu padre? —pregunta su abuela, rompiendo el momento.

Me quedo helada. Dylan me mira con seriedad.

—¿Qué opinas, Issy?

No estoy segura de qué decir.

—Creo que deberíamos contarle —digo finalmente, sintiéndome un poco aliviada.

La viejita escucha atentamente mientras le contamos lo que vimos.

—Lo más razonable que pueden hacer es ir con sus padres y decirles la verdad —concluye.

La conversación fluye, y nos olvidamos por un momento del caos en nuestras vidas. Después de un rato, una joven entra en la habitación.

—¡Dylan! —exclama.

—¡Taylor! —responde Dylan, emocionado. Se abrazan, y de repente, me siento un poco fuera de lugar, como un personaje secundario en una película romántica.

Taylor me saluda, y aunque me presenta con una sonrisa, no puedo evitar notar la chispa entre ella y Dylan. Sin embargo, el tiempo pasa entre risas y anécdotas, y pronto olvido la angustia por mi padre.

Ya ha oscurecido, y me doy cuenta de que tengo que volver a casa. La nota que encontramos en la cocina me ha dejado perpleja: "Issy, hubo una emergencia de trabajo y tuvimos que irnos. Nos vemos la próxima semana. Te quieren tus papás". Esto no es nuevo, pero me duele un poco.

—No te preocupes, ¡podemos tener una pijamada! —dice Dylan, tratando de animarme.

Sonrío ante su entusiasmo, pensando en cómo me gustaría compartir esta noche con él.

—Claro —respondo, sintiéndome un poco más ligera.

Subimos a mi habitación, y Dylan, en un intento de hacerme reír, sale del baño con mi bata rosa con fresitas. Me parto de risa.

—¡Te ves ridículo! —le digo, mientras él se pinta las uñas de rosa.

—Soy un chico seguro de sí mismo, ¡no tengo miedo! —responde, exagerando mientras se mira en el espejo, como si estuviera posando para una revista de moda.

El tiempo pasa volando entre risas y confesiones. Nos contamos secretos de la infancia y nuestras pequeñas locuras.

—¿Te gusta algún chico? —me pregunta.

—A mí me gusta uno, pero es un idiota —bromeo, recordando a los chicos que siempre se obsesionan con lo superficial.

—Todos son iguales, menos yo, que soy perfecto —dice, haciéndome reír mientras se da un aire de arrogancia.

Luego de unas cuantas bromas más, me dirijo a cambiarme. Cuando salgo, estoy lista con un short y un top deportivo.

—¿Te importa que me cambie aquí? —pregunto, riendo.

—¡Para nada! No soy lesbiana —dice él, y me hace reír aún más.

Al cambiarme, la tensión entre nosotros crece de forma inesperada. La mirada de Dylan se vuelve intensa, y mi corazón late más rápido. Sin pensarlo, me acerco a él, le beso el cuello y él me responde con un abrazo fuerte.

Cuando nuestras miradas se encuentran, la química es innegable. Lo empujo suavemente hacia la cama, y él se deja llevar.

—Issy, no puedo más —dice entre risas mientras nos miramos intensamente.

Lo que comenzó como una broma se convierte en algo más. Nuestros besos se vuelven urgentes, y las risas se transforman en gemidos suaves. Sin darnos cuenta, nos entregamos a la emoción del momento, olvidando la realidad por un instante.

La habitación se llena de risas y murmullos, cada caricia es una promesa de complicidad. En medio de todo, algo en mí sabe que esto es más que una simple diversión. Dylan es diferente, es mi refugio en medio del caos. Al final, nos quedamos abrazados, con una sensación de paz, dispuestos a enfrentar cualquier tormenta que se nos presente.

La noche se vuelve mágica, y con cada susurro, me doy cuenta de que he encontrado algo más que un romance pasajero. He encontrado a alguien que, en medio del caos, me hace sentir en casa

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora