Me había desmayado.
En mi defensa, había entrado en pánico.
Podía soportar que un chico que estuvo congelado en mi sótano despertara y me hablara en un idioma extraño. Podía soportar que ese mismo chico comenzara a volar de repente y que tuviera la capacidad de aprender cosas con solo verlo una vez.
Lo que no podía soportar era que una persona se transformara en un animal justo frente a mí. Ese era mi maldito límite. Verlo retorcerse hasta que sus extremidades comenzaran a cambiar, rompiendo sus huesos y cambiando la textura de su piel como si estuviera mutando de una forma que a mí me parecía sumamente dolorosa, era mucho peor que lo que yo había llegado a ver en películas de fantasía.
—¿Está muerta? —escuché la voz de Eisherz mientras su dedo repiqueteaba en mi mejilla.
—No lo creo. —respondió otra persona, y no tenía que ser un genio para adivinar de quién se trataba. Aún así, no abrí los ojos.— Por eso te dije que era mejor mantenerme oculto. Los humanos se ponen histéricos cuando ven algo fuera de lo normal.
¿Los humanos?
—Pero es que no me gusta tener secretos con Mad. Y mucho menos después de cómo se puso luego del desastre que hicimos ayer.
—Tú fuiste el que quisiste comer algo en medio de nuestro entrenamiento.
—No puedo controlar mi hambre.
—Ya me di cuenta. —añadió Aren con ironía.— De todas formas, ¿hasta dónde quieres contarle?
—Todo. —exclamó Eisherz sin dudar ni un poco.— Quiero que sepa todo lo que yo sé.
—¿Tanto confías en esa humana?
—Con mi vida.
En el instante en que escuché sus palabras, mi corazón se aceleró y sentí mi rostro calentarse. No sabía que Eisherz confiara tanto en mí. Siempre había querido saber que pasaba por esa cabecita sobre mí, y ahora con esto, era más que suficiente.
—Bueno, pues creo que ya puedes contarle. —habló Aren.
—Está inconsciente. Eso no cuenta.
—No está dormida.
—¿Qué haces? —en el momento en que esas palabras salieron de la boca de Eisherz, percibí como una mano se posaba en mi pecho y no tuve más remedio que abrir los ojos.
—¡Aléjate de mí! —exclamé, sentándome sobre la cama y pegando la espalda en la pared, alejando la mano del chico de ojos rojos de mí.
—Tu corazón estaba latiendo como loco. ¿Acaso escuchaste algo que te gustó, terroncito? —enarcó una ceja, recorriendo la vista de Eisherz hacia mí, sonriendo como un idiota.
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Eisherz
Fantasy«Él está encerrado en mi sótano y yo estoy condenada a enamorarme de él.» Desde el día en que Madison descubrió al chico que se encontraba congelado en el sótano de su casa, cayó perdidamente enamorada de él. Sexy, deslumbrante y con una belleza ca...