Parecía que el tiempo se hubiera detenido a mi alrededor. Mis oídos pitaban como si estuviera a punto de explotarme la cabeza. Incluso se podía decir que no estaba respirando.
No. No. No. No puede estar pasando esto de nuevo. —eran las palabras que se repetían una y otra vez en mi cabeza.
Basta. Tienes que respirar.
Escuchaba la voz de mi conciencia como un leve murmuro, pero no la entendía. ¿Qué decía? No lo sé. No me importaba. Lo único que yo sabía en ese momento era que mi corazón estaba a punto de quebrarse una vez más. Vivía con la posibilidad de que mi chico un día no volviera a despertar después de una ola de calor, pero nunca imaginé esto.
Quizás si no hubiera estado tan ajena al mundo que me rodeaba, me hubiera percatado de que el reloj de mi chico no estaba sonando, a pesar de la buena calentura que parecía estar teniendo con ese beso, porque prácticamente, no había ningún reloj en su muñeca.
Fruncí el ceño, intentando comprender lo que estaba pasando.
En ese instante, sentí como una puerta a mi lado en el pasillo se abría. Ladeé la cabeza y observé cómo Eisherz se abrochaba la bragueta del pantalón y comenzaba a caminar hacia mí. No se me hizo muy difícil atar cabos después de eso.
—¡Madi...! —exclamó mi chico al momento en que se percató de mi presencia, pero yo lo silencié con una mirada fulminante.
—¿Eso qué...? —escuché la voz de mi vecina desde dentro de la habitación y en seguida posé mis ojos en ella.
—No es nada.
Aren —con la carcasa de mi chico— la había girado hasta quedar ella de espaldas a la entrada, quedando él con sus dos fauces cambiando entre colores grises y rojos, fijos en mí mientras aún la besaba, si a esa muestra de pasión al extremo se le podía llamar beso. Comencé a cerrar la puerta, antes de llamar más la atención de la chica. El perezoso me guiñó un ojo antes de que dejara de verlo por completo y yo negué con la cabeza.
—¿Qué pasa? —cuestionó Eisherz, quién ahora ya estaba junto a mí.
—Aren pasa. —mascullé entredientes.
—¿Qué hizo ahora? —mi chico puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.
—Se está besando con Betsy.
—Oh... —su expresión se tambaleó por un instante.— Eso es... ¿algo normal?
—Perdón, déjame completar la frase. —inquirí— Se está besando con Betsy, fingiendo ser tú.
—¡¿Cómo?! —exclamó Eisherz y yo me sobresalté.
—¡Shh! —posé mi mano sobre sus labios y lo conduje escaleras abajo— Te pueden escuchar.
Dejé el bolso sobre la encimera de la cocina. Abrí la puerta trasera que estaba al lado de las escaleras que daban hacia el sótano y salí con mi chico al exterior. Nos detuvimos justo debajo del árbol en el que jugaba cuando era pequeña.
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Eisherz
Fantasi«Él está encerrado en mi sótano y yo estoy condenada a enamorarme de él.» Desde el día en que Madison descubrió al chico que se encontraba congelado en el sótano de su casa, cayó perdidamente enamorada de él. Sexy, deslumbrante y con una belleza ca...