La mujer de la voz melosa

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A la mañana siguiente nos despertamos tarde y lo que hicimos fue cocinar el almuerzo, entre juegos, mordidas y tocaderas pudimos hacer algo para comer, durante toda la tarde Fernando trabajaba un poco y luego hacíamos diferentes cosas juntos para entretenernos.

Así fuimos por dos semanas enteras, las cuales para mi fueron como estar en el cielo, no podía haber una paz más grande que esa, pero como siempre todo tiene un final, el lunes de nuestra tercera semana juntos, mientras él trabajaba recibió una llamada, salió de la sala para atenderla, yo no le preste mucha atención y seguí viendo televisión, al rato cuando entró agarró el control remoto del televisor y lo apagó, se arrodillo frente a mi y me miro a la cara.

- ¿Qué pasó amor mío?

- Prométeme que no saldrás de la casa.

- ¿Por qué, que pasa Fernando? - y me estaba asustando

- Voy a tener que salir por una semana de viaje, tengo que arreglar unas cosas y es urgente que valla.

Sonreí para darle a entender que estaba bien, que no iva ha hacer nada que le molestara, él exhaló aire y yo lo abrace fuertemente.

- ¿A que hora sale tu vuelo mañana?

- Sale hoy a las siete

- Está bien, tenemos que apurarnos en recoger tu ropa y guardarla.

Pone una cara de perrito regañado - Tengo una mejor idea - sonríe pícaramente y se abalanza hacia mi basándome.

Después de un rato arreglando todo lo despedí en la puerta ya que no quería que fuera al aeropuerto con él y regresara sola. En la noche lo extrañaba ya, quería estar con él a donde quiera que estuviera y no aquí sola sin nada que hacer.

Al día siguiente me sentía mareada y con arcadas, me sentía rara porque nunca me enfermaba, era muy raro en mi, siempre era mi abuela la que se enfermaba, yo era la que cuidaba más no a quien cuidaban.

Al medio día me sentía muy mal y no podía comer por el mareo, fui a una clínica que queda a dos casas de la mía, como es cerca no hay ninguna preocupación ni hay nada que preocupe a Fernando.

Cuando terminaron de revisarme y decir que tengo me dirigí a mi casa, en la puerta se encontraba Christian con dos cicatrices en la cara y muy delgado, al verme sonrió cínicamente, se acercó a mi, me jaló por el brazo y caminamos por la acera durante un rato por varias calles.

Llegamos a una casa sencilla y dulce, Christan tocó la puerta tres veces y le abrieron, entramos a una sala que estaba completamente en blanco, no tenía casi que nada, lo único que había era un mueble blanco una ventana tapada con una cortina blanca también y una mesita de té con un vaso lleno de un líquido extraño. Christian me sentó en el mueble y se fue dejándome sola; estaba nerviosa, preocupada y asustada, nunca debí salir de la casa, hubiese sido mejor esperar a Fernando para ir al médico y de una vez se hubiese enterado.

Pasaron varios minutos y escuché la puerta abrirse, no me podía mover de lo asustada que estaba, la persona que entró se sentó en el mueble al frente mío.

Era una hermosa mujer bronceada, su cabellera era negra ondulada y largo que hacia resaltar mucho sus curvas, en su físico se veía como una mujer que estaba por los veinte. Se  que me es imposible conocer a tan exótica mujer pero sentía que ya la había visto y hablado con ella antes.

- Hola Angela princesa, ¿Cómo estás? - su voz era muy melosa y llena de desprecio, ya desde este momento me caía mal, no entendía el porque de su desprecio hacia mí.

Decidí no contestarle y solamente quedarme mirándola, yo sabia que la conocía pero no se de donde, mientras más trataba de recordar más profundo se hacia el abismo del cual no tenía idea que existía, y los recuerdos que trataba de recuperar eran cada vez más.

- ¿Quién eres y qué quieres de mi?

- Ahí princesa no digas eso, si yo solo quiero pasar un poco de tiempo contigo. Además quédate tranquila que no te voy a hacer nada.

- Lo siento pero no me puedo poner tranquila ya que tu me trajiste en contra de mi voluntad.

- Bueno eso es cierto, pero sera posible que me des un poco de informaci´n, solo eso necesito y te dejo ir a tu casa tranquilamente - Exalé el aire que tenia preso en mis pulmones y asentí, ella sonrrió cínicamente y yo empecé a asustarme - Solo te haré una pregunta, ¿Sabes donde esta tu esposo ahora mismo?

Me asuste un poco ya que claramente no sabia donde se encontraba Fernando, nunca me dijo en que hotel se iba a hospedar ya que según él eso no era necesario que tuviera esa información.

- No se, ¿A caso lo sabes tú? -  pregunte dejando a un lado mi ego para lograr obtener información; hacia tiempo que no lo hacia, normalmente no lo hago ya que soy muy indecisa con respecto a la confianza que tengo en mi misma.

- En serio no sabes - seguía con su inmensa sonrisa sínica; saca por detrás de ella un CD y me lo tiende para que lo agarre - Solo tienes que ver este video y sabrás todo lo que hizo en ese viaje.

Le hizo señas a un hombre que estaba detrás de mi, el cual no me di cuenta cuando entro sacándome de la habitación, luego de la casa, me condujo hasta mi casa y hasta que yo no entré el no se fue. Todavía no podía procesar lo que acababa de precensiar, el miedo no me dejaba pensar con claridad, así que decidí que mejor seria acostarme y al día siguiente lo resolvería todo poco a poco.

Me bañe,  prepare una comida rápida y ligera para que no la vomitara como la otra comida; me acosté a dormir pero el sueño no me llegaba, poco a poco como mi miedo se iba desapareciendo comencé a pensar en todo lo que había vivido ese día, la clínica, Christian, la mujer de larga cabellera, la casa, mi miedo, mi falta de memoria, entre otras cosas; mientras poco a poco iba digiriendo las cosas me llegó el sueño y por fin logre dormirme.

Me desperté sobresaltada y sudando mucho, el sueño que había tenido era muy extraño y no entendía su significado, no recordaba casi nada, lo único era un muchacho joven llorando y muy asustado, sentía que lo conocía pero no me acordaba de donde. Como ya había recuperado el aliento me dirigí al baño y me duche, cuando llegue al cuarto vi que eran las tres de la mañana, normalmente a esta hora estaría durmiendo en los brazos de Fernando pero hoy no, hoy no podía refugiarme en sus brazos ya que él se encontraba lejos de este lugar en no se donde.

Mientras me estaba relajando, comí un poco ya que tenía hambre y ya no devolvía la comida que ingería, seguro que la pastilla que me dío el doctor me ayudó con eso pero todavía estaba asustada por el diagnostico que me dijo el doctor, necesitaba hablarlo cuanto antes con él. Mientras me decidía que hacer escucho que la puerta de abajo se habre, yo me asusto ya que se suponía que Fernando no llegaría hasta el sábado; mientras esperaba a lo peor detrás de la cama se abre la puerta del cuarto y deja ver a la persona que subió.

Yo pensé que en ese momento me iba a morir de alivio al ver a Fernando parado en la puerta de la habiatación, en un segundo me paré y me abalancé encima de él, se quedo perplejo ya que no entendía el porque de mi reacción. pero aun así no me soltó, si no más bien me abrazo mas fuerte llevándome a la cama, yo no podía hablar  y como podía observar él tampoco quería hablar, solo nos abrazamos hasta dormirnos juntos dándonos fuerza en ese abrazo.

Enamorando al demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora