Luna de miel

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A la mañana cuando me desperté estaba sola en la habitación, Fernando no se encontraba, no le presté atención y me fui a bañar; mientras me duchaba escucho la puerta abrirse, no le presté atención. Salgo del baño y veo que estoy todavía sola pero en el centro de la habitación se encuentra un plato de comida con una nota, miré la bandeja extrañada quien pudo haber sido, leí la nota que decía "Para la hermosa novia, que gane la mejor, ósea YO ja ja ja ja"

Me pareció muy extraña esa nota, se notaba claramente que alguien estaba en contra de mi matrimonio, y quien no, hasta yo estaba en contra, sólo quería que el plazo se cumpliera para que lograra tener todo lo que me pertenece por derecho. No le presté atención a la comida y me dirigí al restaurante del hotel a comer mi desayuno, Fernando todavía no daba señales de vida así que no me preocupé por él; iva a disfrutar esa semana sin importar lo que sucediera.

El día transcurrió tranquilo, el hotel tenía sala de fiesta; donde se hacían diferentes actividades en el día y en la noche hacían fiestas, tenía varias canchas multiples en la cual se podían practicar varios deportes y en la cuales hacían pequeños torneos amistosos, contenía una piscina y delante del hotel se encontraba una playa. Yo sin perder tiempo ni preocupandome por Fernando me fuí para la playa, con anterioridad Elizabet y yo fuimos de compras por trajes de baño, ropa de playa, entre otras las cuales todas las escogió Elizabet y fueron muy provocativas.

Bajé a la playa, alquile un toldo con sus sillas y me recoste recibiendo un poco de sol ya que estaba muy pálida, aunque mi color de piel es clara no me valdría mal broncearme un poco. Yo soy delgada, mi pelo es negro, soy de una buena estatura, lo suficiente como para que al ponerme tacones no me vea muy alta ni para que cuando estuviera sin ellos pareciera una enana. El bikini de dos partes que llevaba era sencillo, era de color blanco y en la parte de arriba tenía estampadas una flores de varios colores, también llevaba unos lentes para el sol y un bolso de playa para guardar todo lo que necesitaba.

Mientras descansaba y recibía sol salió  de agua un muchacho mayor que yo por lo que lograba ver, yo en estos momentos tengo dieciséis y el se veía de veinte, su cuerpo no estaba del todo trabajado, apenas si se le estaban empezando a marcar los músculos.

- No llevamos ni un día de casados y ya me estás engañando - escuché decir a Fernando detrás de mi.

Al voltearme lo ví, nunca me imaginé que la persona más odiosa de todo el mundo tuviera un cuerpo tan perfecto, los músculos de los brazos, abdomen, espalda, piernas, todo, estaba marcado pero no exageradamente, se notaba que hacía ejercicio.

- Por favor, se que estoy bueno pero no es como para que te quedes con la boca abierta -

No me había dado cuenta cuando se me abrió la boca pero antes de que reaccionara él me agarró el mentón y me beso. En momentos como estos son los que maldigo que no pueda resistirme a sus besos, aquellos labios son mi droga, no me puedo ni quiero separarme de esos labios, no quieros compartirlos pero la verdad es que yo no soy la dueña de esos labios ni de su corazón. Nos separamos por falta de aire, pero los dos sabíamos que queríamos más de un sólo beso, pero no lo deje me paré y me fui caminando; cuando estaba a unos diez pasos miré hacia atrás y ya no se encontraba, el maldito no se encontraba, fui una estúpida al pensar que quizás podría seguirme. Me fui para la habitación y otra vez se encontraba la bandeja en medio de la habitación, está vez sin ninguna comida sólo una nota la cual decía "Alguna vez has hecho el amor con tu "esposo" me imagino que no. Pues es increíble ni te imaginas lo que te pierdes, aunque dudo que lo haga contigo ya que me tiene a mí en su cama siempre que quiera como anoche... je je je je"

No le preste atención a la nota, pero aún así me dolió saber que la noche donde deberíamos estar juntos el se haya ido con otra, ya no tenía ganas de salir, eran las tres de la tarde y seguía deprimida por la nota. Llegaron las siete y me dí una cachetada mental, reaccionando y pensando, el ahorita está acostandose con una cualquiera y yo llorando, eso no puede ser, había una estupenda fiesta está noche y no me iva a pasar todo el tiempo llorando. Me bañé, me coloqué un vestido rojo que me hacia lucir provocativa y seria al mismo tiempo, me coloqué unos tacones altos negros, guardé mis cosas en una pequeña cartera y salí de la habitación directo al salón de fiesta.

En la sala se encontraba mucha gente, tomando, bailando, hablando y disfrutando mucho, era un ambiente tranquilo, me dirigí a la barra a buscar una bebida, gracias a que Christian arregló todo para que el fuera mi tutor pude casarme fácilmente, también pude viajar, hospedarme en el hotel y ahorita beber ya que puedo hacer lo que desee debido a un documento firmado por el.

En la barra pedí un cóctel no tan fuerte, no acostumbro a tomar mucho, cuando veo hacia la pista de baile me doy cuenta que el mismo muchacho que estaba viéndome en la playa se estaba acercando a mi, no sabía que hacer, sólo esperé a que se acercara, estaba muy nerviosa por eso.

- ¿Quieres bailar hermosa? - el me tendió la mano

- Claro - dije yo aceptando su invitación tomando su mano.

Estuvimos bailando un rato, mientras sentía como alguien me estaba observando intensamente desde lo lejos, decidí no prestarle atención y seguí disfrutando. Después de varias canciones me di cuenta que con quien estaba bailando no quería sólo bailar si no más que eso, le dije que necesitaba ir al baño y me escapé del salón, mientras estaba caminando hacia la habitación sentí como si alguien me estuviese siguiendo, me asusté mucho y corrí hacia la habitación. Cuando entré vi que Fernando estaba durmiendo en su cama, no quise interrumpirlo de su sueño ya que se veía muy pacífico, me duche, me puse una ropa para dormir y me senté en mi cama.

- Ven a dormir conmigo - habla de pronto y me sorprende

- ¿Seguro que quieres eso? - pregunté extrañada de su petición

- Si, está noche quiero dormir contigo -

- Está bien -

El hizo un espacio en su cama, yo me acosté, me cubrí con la sabana y el me abrazo, su cuerpo era caliente, olía a jabón y a colonia, me gustaba mucho ese olor, en un momento a otro sin darme cuenta me dormí en sus brazos, esa noche dormí profundamente y muy cómoda, me sentía tranquila, aliviada, como si todos mis dolores, heridas y molestias fueran sólo simples sueños.

Enamorando al demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora