Ilusión Desilusión

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No era nada fuera de lo común que yo dijera que al despertarme no me encontraría con Fernando pero no fue así. Al despertarme a mi hora normal me lo encontré al lado mío durmiendo, en su cara sólo se notaba una expresión de paz, estaba tranquilo como un niño pequeño, sus expresiones estaban muy relajadas se le notaba que no había dormido mucho por las ojeras que tenía. Verlo así dormido tan profundamente hizo que el corazón se me acelerara; tu nariz perfilada, sus labios carnosos que desearía besar... un momento eso no, no puedo querer eso, por culpa de él tengo que hacer todo esto, casarme, vivir con él, soportar su mal temperamento, sí tengo que seguir pensando eso.

Me levanto de la cama y me voy directo al baño, hago todo lo que necesito, salgo al cuarto y veo que Fernando se está apenas despertando, me acerco y me siento en la cama, lo miro a la cara y no veo a un hombre si no a un niño, un niño inocente e indefenso; mi corazón empieza a acelerarse, no entiendo como este hombre puede hacerme sentir cosas que nadie más pudo.

- Hola - su voz sonó tranquila y pausada mientras trata que sus ojos se acostumbren a la luz.

- Hola, ¿Dormiste bien? -

- Sí, gracias -

- No tienes que agradecerme nada - me paro y le tiendo una mano - ven vamos a comer -

- Me encantaría, pero... - me agarra la mano y me tumba a la cama junto a él - todavía tengo sueño, quiero dormir más tiempo es muy temprano todavía; además quien debería despertarte y llevar a desayunar soy yo, ya que soy el caballero aquí -

- No, vamos ya son las diez de la mañana hay que levantarse, no puedes estar todo el día en la cama, ya dormiste bastante -

No me prestó atención a lo que yo le dije y se aferro más a mi cuerpo, un segundo antes de dormirse me dice " Gracias por cumplir mi sueño ". Me pasé toda la mañana pensando a que se refería con eso hasta quedarme dormida.

- Despierta pequeña, es hora de levantarse - escucho la voz de mi padre llamarme mientras me acaricia la mejilla con el pulgar - Vamos mi pequeña despierta, despierta o te hago cosquillas - trato de habrir los ojos y no puedo algo me impide abrirlos - Bueno, no puedo hacer nada después del viaje será que nos veamos, adiós mi pequeña - trato de gritar pero no puedo, quiero gritarle a mi papá y decirle que no se valla pero no puedo, no puedo hacer nada sólo sentir como se va de mi lado.

- Angela despierta, por favor despierta

Abro los ojos y lo primero que veo es a Fernando preocupado. Estoy sudando y con el pulso acelerado, lo primero que hago por pura reacción es abrazarlo, el se impresionó pero aún así correspondió mi abrazo sin decir nada ni comentar nada, sólo me abrazó.

Ese momento fue único para mí, fue la primera vez que alguien hacia algo así; me sentía tranquila, como si estuviera flotando en el mar, tranquila, relaja, como si estuviera en mi hogar, lo cual es muy extraño porque no me sentía así desde hace mucho tiempo. Sin darnos cuenta nos acostamos, nos mirábamos a los ojos sin decir aún ninguna palabra, sin comentar nada, más bien no hacía falta; todo el aliento que necesitaba me lo daba sólo con su mirada profunda y penetrante. Y sin previo aviso me quedé dormida profundamente junto a él.

Escuché un ruido y unos pasos en la habitación, me volví al lugar donde se supone que debería se estar Fernando pero no se encuentra ahí, me paro para buscarlo, justo cuando estoy de pie escucho la puerta cerrarse, me imaginé que era él quien se había ido pues no sería extraño pero bueno, que más podía esperar, más bien se quedó mucho tiempo conmigo. Me ducho y me pongo uno de los vestidos que antes me había comprado, no podía desperdiciar la hermosa noche que tenía al frente de mis ojos.

Cuando ya estaba arreglada me dirigí al salón de fiesta donde seguro había una, bajé las escaleras, crucé el recibidor del hotel y me dirigí al salón, al abrir la puerta y entrar me encontré con mucha gente pero eso no me importó lo que quería ahorita era olvidar ese afecto, ese calor; me acerqué a la barra y pedí un cóctel, algo suave para empezar la noche; me paseo por toda la sala cuando en una esquina lo veo.

Fernando está con cuatro mujeres y a todas las toca por donde quiere y cuando quiere, le miro fijamente y se da cuenta que lo estoy observando, no se sorprende ni se incomoda sólo esboza una sonrisa amarga, llena de rencor, odio, venganza y empeza a besar a las cuatro muchachas una tras otra, primero a una morena; el beso no duró mucho, más bien parecía un roce, luego fue con la rubia; con esta duró un poco más, después fue con la de pelo rojo; a esta le metió la lengua hasta la garganta, cosa que me dejó impresionada y herida, la última pero no menos importante, la pan de leche esa le metió también la lengua hasta la garganta pero esta vez con una mano le agarra un ceno y con el otro le agarraba las nalgas; eso fue lo último que soporte, me arme de valor y me acerqué donde estaba él, no hizo ningún gesto de sorpresa o de arrepentimiento su expresión seguía igual.

-¿Cómo pudiste hacer eso, sabiendo que te estaba viendo?- aún cuando hable no mostró ningún cambio de expresión

-No es problema tuyo lo que yo haga o lo que deje de hacer, además tu y yo sólo estamos unidos por un papel y yo ya te había hablado de mis términos para que esto funcione -

-Como se ve que no tienes corazón, y pensar que hasta hace un momento me agradabas -

-Sólo eres una puta con la que me "casé"-

Herida mirando sus ojos vacíos le lancé la bebida encima, las mujeres se sorprendieron de lo que hice, hasta yo me sorprendí, pero no me retracté sólo me di media vuelta y salí de la sala, no me había dado cuenta hasta que salí que todas las personas que estaban en la fiesta nos estaban mirando, hasta la música había parado. Corrí hasta la habitación, al entrar me encontré esta vez un ramo de flores muertas con una nota, bote las flores y leí la nota la cual decía "Te lo dije, él no es para ti, provecha ahorita que puedes para escapar, si no, te arrepentiras después"

Me sentía devastada no sabía que hacer, luego me vino la idea de irme, irme lejos donde él no me encontrara, pero no podía sólo me quedaban cuatro días de la supuesta "luna de miel" que tenía. Sólo quería estar en un lugar tranquilo y cómodo donde ya nada me perturbara, llegue a la conclusión que el lugar donde debería ir y estar es en casa, en mi hogar, el lugar donde se que nadie me va a molestar, claro si no se no se enteran que estoy ahí; para que eso funcione me tengo que ir ya de aquí sin decirle nada a nadie.

Recogí toda mi ropa y la metí en la maleta corriendo antes de que Fernando regresara; salí de la habitación miré a ver si venía alguien y para buena suerte mía no había nadie a la vista, aún en la recepción del hotel no había nadie, ya en la calle esperé a que pasara un taxi y en el que primero apareció me monté dejando atrás a ese hombre que me hace daño y a ese dolor que no soportaba, desatandome de esas falsas esperanzas de que nos pudiéramos entender y de que nos llevaramos bien por lo menos durante estos cuatro días que tengo libre de él.

Enamorando al demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora