Cinco. Antes.

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Llevo las cubetas afuera. No me alegra tener que tomar un baño en la nieve y con mi periodo, pero es necesario.

Dejo caer el agua lentamente y siento mi cuerpo erizarse al contacto. Intento hacerlo rápidamente, el frío es insoportable y escucho como el aire golpea fuertemente contra el pequeño baño de madera. Cuando volteo, el agua de las cubetas se ha terminado y la nieve que ha logrado entrar ha comenzado a cambiar su color puro. Debo apurarme antes de que alguien lo vea.

Entro a la casa en envuelta en el delgado trapo, el frío comienza a consumirme más. Subo las escaleras y comienzo a ver el rastro que voy dejando.

Entro a la habitación y busco rápidamente la ropa, me visto y cuando me siento un poco mejor, me miro en el espejo y veo que algo no anda bien.

Mi cuerpo no se ve bien.

Con un poco de miedo, entro a la habitación de mis padres. Está más oscuro que cualquier otra habitación de la casa, y está llena de polvo. Hace bastante que no entro aquí. Temo que el fantasma de mis padres me aterrorice por las noches.

Sé que no estoy siendo la niña que ellos querían, no soy la que ellos esperaban y la que ellos tanto se esforzaron en educar. Me atemoriza la idea de verlos reflejados en el espejo, mirándome con desprecio y desaprobación.

Y me asusta más la idea de no tener a nadie a quien acudir.

Busco en el baúl de mi madre los corsé y, sin pensarlo mucho, tomo el primero que veo.

Recuerdo algunas veces ver a mi madre poniéndoselos, pero realmente no sé como hacerlo en mi. Corro a mi habitación de nuevo y, como puedo, intento ponerlo.

En un principio es molesto, pero una vez caminando se amoldaba a mi.

Bajo las escaleras y lleno una cubeta de agua, miro por la ventana y veo que la luz comienza a salir, no calienta, pero se nota.

Limpio rápidamente desde la nieve del baño hasta mi cama. No es la gran cosa, pero es mejor que como estaba antes.

Bajo de nuevo a la cocina y, sin intentar ensuciar la parte vino de mi falda, dejo las cubetas. Escucho que tocan la puerta y mi corazón palpita rápidamente. Subo de nuevo a la habitación y tomo el pequeño libro que está sobre la cama.

Bajo corriendo las escaleras y, antes de llegar a la puerta, calmo mi respiración. Camino lo más civilizada que pueda a la puerta y la abro.

Él está ahí, parado mirándome con una sonrisa. Lleva puesto un traje negro y un pequeño gorro del mismo color. Le sonrío débilmente y veo que intenta decir algo, pero no lo hace. Se queda simplemente parado, mirándome.

—¿Estás bien?—pregunto con curiosidad al ver que no se mueve. Él sonríe y asiente— ¿Seguro?—vuelvo a preguntar.

—Será mejor que nos pongamos en marcha— dice Lauren sonriendo—. No quiero perderme el juego.

.

.

Comienzo a escuchar las risas a lo lejos, y también el contacto con el hielo. Poco a poco nos vamos acercando. Lauren se sitúa a mi lado y sonríe.

—¿Nerviosa?—pregunta gracioso.

—¿Por qué lo estaría?—respondo regresándole la sonrisa—. Es solo un juego.

—Pero tu redactarás el diario escolar—sonríe aun más.

—No sé si sea la más indicada para ello...—resbalo por la nieve y Lauren me toma del brazo rápidamente para evitar una caída.

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2021 ⏰

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The color of your words. [Gilbert Blythe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora