The color of your words. [Gilbert Blythe]

The Color Of Your Words || Parte Dos

“Lucy despertó con la idea de que todo sería como cualquier otro día. Se levantó de la cama y comenzó a hacer sus deberes.

Pero algo era diferente.

Lucy tenía un extraño presentimiento. El mismo que sintió antes de la muerte de sus padres.
Algo malo iba a pasar.

No sabía porqué, pero tuvo la necesitas de subir a su habitación y cerrar la puerta con llave.

Permaneció dentro toda la tarde.

Y toda la noche...

Al siguiente día, el presentimiento se había enredado en su mente.

Ni siquiera pudo leer.

Ni siquiera quizo salir.

Intentó distraer su mente, para olvidar ese extraño temor.

¿Y adonde la llevó su mente?

A él.

Gilbert.

Llevaba semanas sin verlo, pero su imagen aún estaba fresca en su memoria.

Su sonrisa al mirarla, a un metro de distancia, hablando de trágicos romances, sin pelear, llenos de paz...

Lucy se preguntó durante los días pasados que es lo que la llevaba a pensar en él.

Cuando comía, lo imaginaba frente a ella.

Cuando dormía, imaginaba su voz contándole una historia.

Cuando salía, esperaba encontrarlo.

Cuando leía, lo imaginaba a su lado mirandola con aquella sonrisa.

¿Qué significaba eso?
.
.

Lucy intentaba alejar sus pensamientos de todo eso. Intentaba alejar sus pensamientos de él.

Pero parecía que cada vez que intentaba no imaginarlo, más se preguntaba que pasaba con ella.

¿Tendrá fiebre y por eso, quizá esté alucinando? 

No, el doctor le había dicho que no tenía nada malo.

¿Estaba enamorada de Gilbert Blythe?

Imposible.

¿Entonces que le pasaba?
.

.

El temor volvió a ella cuando escuchó el sonido de la puerta.

Alguien tocaba.

No estaba segura si salir o no, llevaba dos días encerrada en su habitación.

Tenía miedo.

Volvió a escuchar el ruido de la puerta, se armó de valor y salió de su escondite.

Bajo las escaleras, caminó a la puerta y se quedó parada antes de abrirla.

Volvieron a tocar, ésta vez, delicadamente.

Tomó la perilla y la puerta se abrió lentamente.

Sintió una presión en el pecho.

Era él.

La miró a los ojos y le sonrió.

Lucy bajó la mirada.

¿Qué hacía él aquí?

Lo miro de nuevo y susurró su nombre «¿decepcionada?».

Era él.

Pero él no era Gilbert.”