Enfrentamientos

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En unos segundos recorrieron la distancia que les separaba del tronco, pero antes de que llegaran al hueco que había entre las raíces, Crookshanks se metió por él agitando la cola de brocha. Harry lo siguió. Entró a gatas, metiendo primero la cabeza, y se deslizó por una rampa de tierra hasta la boca de un túnel de techo muy bajo. Crookshanks estaba ya lejos de él y sus ojos brillaban a la luz de la varita de Harry. Un segundo después, entraron Alice, Riana y Hermione.

-¿Donde esta Jayden y Ron?- pregunto Alice preocupada

-Por aquí -indicó Harry, poniéndose en camino con la espalda arqueada, siguiendo a Crookshanks.

-¿Adónde irá este túnel? -le preguntó Hermione, sin aliento.

-No sé... Está señalado en el mapa del merodeador; pero Fred y George creían que nadie lo había utilizado nunca. Se sale del límite del mapa, pero daba la impresión de que iba a Hogsmeade...

-Esto no me gusta nada- susurro Riana.

Avanzaban tan aprisa como podían, casi doblados por la cintura. Por momentos podían ver la cola de Crookshanks. 

Y entonces el túnel empezó a elevarse, y luego a serpentear; y Crookshanks había desaparecido. En vez de ver al gato, Harry veía una tenue luz que penetraba por una pequeña abertura.

Se detuvieron jadeando, para coger aire. Avanzaron con cautela hasta la abertura. Levantaron las varitas para ver lo que había al otro lado.

-¿Donde estamos?- pregunto Hermione

-Parece una casa- respondió Riana viendo su alrededor- una casa abandonada

Harry miró a Alice, que parecía muy asustada, pero asintió con la cabeza.

Harry salió por la abertura mirando a su alrededor. La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. 

Alice miraba de un lado a otro con los ojos muy abiertos, observando las ventanas tapadas.

-Harry-susurró Alice -. Creo que estamos en la Casa de los Gritos.

Harry miró a su alrededor. Posó la mirada en una silla de madera que estaba cerca de ellos. Le habían arrancado varios trozos y una pata.

-Eso no lo han hecho los fantasmas -observó Harry y voltea a ver a Alice- ¿Tu varita suena?

Alice niega, se le hacia raro ¿Por qué su varita no suena?

En ese momento oyeron un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Miraron al techo. Alice le cogía el brazo con tal fuerza que perdía sensibilidad en los dedos. La miró. Alice volvió a asentir con la cabeza y lo soltó, pero seguía confundida, su varita seguía sin sonar.

Tan en silencio como pudieron, entraron en el vestíbulo y subieron por la escalera, que se estaba desmoronando. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, salvo el suelo, donde algo arrastrado escaleras arriba había dejado una estela ancha y brillante.

Llegaron hasta el oscuro descansillo.

-Nox -susurraron a un tiempo, y se apagaron las luces de las varitas.

Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse despacio hacia ella, oyeron un movimiento al otro lado. Un suave gemido, y luego un ronroneo profundo y sonoro. Cambiaron una última mirada y un último asentimiento con la cabeza.

Sosteniendo la varita ante sí, Harry abrió la puerta de una patada. Crookshanks estaba acostado en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas. Ronroneó al verlos. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un ángulo anormal, estaba Ron.

Alice y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora