Mujer vulgar

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Atención ⚠️⛔️ este capítulo puede contener algunas escenas con contenido sexual explícito. Leer bajo su propia responsabilidad.

Los personajes no me pertenecen son creación del gran Akira Toriyama. La trama e historia si son idea original mía.

Yo te prefiero fuera de foco, inalcanzable. Yo te prefiero irreversible, casi intocable. Tus ropas caen lentamente, soy un espía, un espectador. Y el ventilador desgarrándote sé que te excita pensar hasta dónde llegaré... — Persiana americana, Soda Stereo

El Saiyajin se hallaba furioso consigo mismo, habría podido darle su merecido, tal como lo imaginó en su mente. Si la maldita mujer no hubiera estado justamente saliendo debajo de una nave, sumamente sudada, lo que hizo que la blusa transparente que traía puesta se pegara obscenamente al núbil cuerpo femenino.

Vio en cámara lenta como la mujer se estiraba y se limpiaba con un trapo el sudor de su frente, mientras tomaba una botella de agua que se echaba sobre su caluroso cuerpo, el contacto con el agua fresca hizo que los traviesos pezones femeninos se remarcaran debido al cambio de temperatura y que ese sugerente top se adhiriera fuertemente a los voluptuoso senos.

El saiyan casi se ahoga y más al ver que ella comenzaba a limpiarse impúdicamente el agua frente a él, se percató que la hermosa científica no se había dado cuenta de su presencia. Carraspeó fuertemente su garganta.

— ¿Qué demonios haces humana desquiciada? ¿Acaso por fin te volviste loca?

Cuestionaba el peliflama mientras se paraba de piernas separadas y cruzaba los brazos a la altura del pecho, y una de sus cejas se levantaba en señal de clara desaprobación con el actuar de la mujer.

Ella volteó a verlo, confundida. —No sabía que estabas aquí —contestó indiferente. Para desgracia del peliflama con el sudor de la mujer la esencia de la misma se intensificó, y su sensible nariz capturó ese delicioso aroma que  empezó a ponerlo obscenamente cachondo.

—Necesito nuevos robots para mi cámara de gravedad— Informó el peliflama. El acuerdo entre ambos había sido claro desde el inicio. Ella le proveería los materiales y condiciones necesarias para su entrenamiento, a cambio él prestaría sus servicios para vencer a los androides.

— Acabo de entregarte ayer nuevos robots Vegeta, te di más de 300 unidades, suficiente para que ni siquiera tú puedas  destrozarlos antes de 3 semanas.

El saiyan sonrió malévolamente, — ¿Te refieres a las chatarras que me diste ayer mujer?— la cara de la fémina se contrajo a una mueca expectante.

— Ayer por la noche se han descompuesto todos, tal parece que beber tanto está matando tus neuronas terrícola, ni una noche duró esta vez tu nuevo invento...— La voz del  saiyan sonaba complacida al saber que estaba  cabreando a la terrícola.

Bulma caminó directo a donde estaba el peliflama, — Te dije que tuvieras cuidado con mis robots ¡Maldito bruto! Tendrás que esperar una semana en lo que acabo los nuevos diseños — molesta contestó,  mientras se volteaba y seguía trabajando en la nave que estaba reparando.

— Tsk— el saiyan estaba sumamente molesto,
— Escúchame bien maldita humana, vas a trabajar en mis robots y ¡Me los vas a tener en tiempo! — Alterado exclamó.

La ojiazul cansada de sus amenazas decidió llevarlo al límite, sabía que no debería, Piccoro se lo advirtió muchísimas veces, incluso con Yamcha peleo varias veces por la misma razón, pero estaba harta de tanta bravuconería del Saiyajin y de sus déspotas modales.

—¡No soy tu esclava! Y ya te dije, una semana es lo que requiero para acabarlos.— En su enojo la peliazul cruzó los brazos a la altura del pecho y en forma inconsciente realzó sus turgentes senos, el príncipe no pudo obviar semejante acción y de inmediato sus ojos se fijaron en esa deliciosa parte de la escandalosa mujer. 

En la Oscuridad...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora