La videollamada.
ANDRI
Y mi máquina del tiempo aún sigue activa...
—Mamá, ¿ya podemos ir a jugar? —colocó los ojos en blanco, fastidiado.
—Espera un momento, Alejandro Jesús, por Dios. Andri acaba de llegar, espera que se cambie y coma algo de la merienda que hizo tu papá.
Llegamos al apartamento.
Y sonreí mientras me sentaba en el sillón enorme de la sala.
—Tía...
—¿Uhm, mi princesa? —Giró su rostro hacia a mí.
—¿El tío Fernando? —Pregunté.
—Está abajo, Pioja —Respondió Ale de entrometido.
—¡Que no me digas así! la tía Mariana es la única que me dice así —me crucé de brazos sacándole la lengua.
Ella soltó una carcajada contagiosa acercándose a los dos con un bolt que contenían unas galletas Oreo, también nos ofreció un vaso de jugo de Naranja.
—Exacto Alejandro, deja de estar diciéndole así a Andri, por favor —Le habló con pequeña autoridad —. Come tranquila mi niña —Se sentó junto a mí —. Y sí, tu tío está abajo, con los vecinos nuevos. Tu tío, también como tu primo se han pasado éstas dos últimas semanas para arriba y para abajo con ellos, yo porque realmente no me he animado en salir, porque me he sentido un poco enfermita.
Mi primo se acercó a nosotras dando un grito.
—¡Tienes que conocerlo! —Emitió con mucha felicidad.
—¿A quién, loco? —Pregunté mientras llevaba una galleta a mi boca.
—Al hijo del vecino nuevo. Tiene mi edad, es el único con el que me llevo. Los otros son viejos.
—Viejos no, hijo... Son adolescentes —rió.
—Eso mismo, mamá.
Terminé de devorame la bolsa entera de Galletas, y bebí mi jugo atenta escuchando las ocurrencias de mi primo.
—Tiene una bicicleta, también un nintendo, tiene un balón de básquet y fútbol —Enumeró cada cosa con sus dedos—, ¡Tiene muchas cosas!
—Vamos a jugar con él pues.
—Vayan con cuidado. No vayan a correr tanto, recuerden que pueden caerse —Me extendió la mano para darle el vaso.
—Tranquila, mamá.
Mi primo me jaló por el brazo y casi caigo al suelo.
—¡Ay! Alejandro, ten cuidado —Dijo mi tía, cuando ya estábamos saliendo.
Corriendo tomándome de la mano, Ale y yo bajamos por el ascensor hasta llegar al último piso de abajo; su casa es el piso 5.
Pude notar desde lejos a mi tío cuando apenas íbamos pasando por el estacionamiento.
—¡TÍOO! —Grité fuerte para que me escuchara.
Mi tío volteó de inmediato al escuchar mi grito.
—¡Mi consentida! —Sonrió extendiendo sus brazos para abrazarme y yo salí corriendo hacia él.
Me lleno de besos y yo seguía abrazando su cuello fuertemente.
Junto a él estaba un señor de Lentes, Qué se le notaba a leguas un carácter fuerte y serio; supongo que era el nuevo vecino del cual habló mi tía y Ale.

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Inalcanzable
Ficção AdolescenteAndri Castillo desde su infancia ha estado perdidamente enamorada de Nelson, el mejor amigo de su primo-hermano. Un amor puro e inocente que con el pasar de los años y la distancia, no dejaba de crecer. Luego de vivir más de 7 años en Estados Unidos...