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Sabía que ver sus fotos me hacía daño, pero no podía evitar ver las revistas en donde aparecía él feliz junto a ella, porque cuando estoy sola veo sus fotos, en donde él la mira, como si fuera la única que ha visto, porque yo... yo le importe una mierda. 

¿Cómo es que no nota que me esta matando con todo esto? Porque a pesar de los años, él no podía salir de mi mente, porque sabía que Diego la amaba a ella, y yo no estoy nada cerca de ser ella. 

Pero yo se había cansado de llorarle a alguien que ni siquiera la estaba pensando, tenía un bello recuerdo de él, y era a su hermosa hija. 

—¿Qué les he dicho sobre los pies en la mesa? — Dejo la revista a un lado para concentrarme en mi hija, y Sebastián.

—¿Qué te unirás a nosotros en poner tus pies en la mesa?— La risa de mi pequeña Devany se escucha y lo que hace a continuación hace que mi corazón se encoja, ella se tira abrazar a Sebastián, porque amaba a su tío. 
— Mí tío Sebastián me hace reír mucho mami — Asiento recogiendo las tazas que contenían café hace unas horas. —Tío te quiero enseñar a un chico lindo.

—¿Qué?—  Sebastián la mira extraño —Saliste igual de coqueta que tu mamá, demonios, quiero ver a quién voy a tener que quitar para que no me quite tu amor.

Devany baja del sofá como puede y se encamina a la revista que yo había dejado hace unos minutos al instante que yo salía de la cocina, me quedo parada esperando que no fuera lo que estaba pensando. 

— Siempre se la quito a mi mamá para verlo.

Ella regresa junto a Sebastián para empezar a cambiar página. 

Me paro detrás de ellos, y el único que me mira es Sebastián quien me regala una pequeña sonrisa. 

— ¿Quién es él pequeña?.

— Él.

Cierro los ojos al verlo, era él, quién mi pequeña hija consideraba lindo. 

— Lastima que este abrazado a esta señora, porque se lo enseñaría a mamá pero, él esta abrazado a ella así como tu abrazas a mamá, eso quiere decir que se aman mucho.

Mis manos tiemblan al escucharla, Devany solo tenía 6 años y era demasiado inteligente, una pequeña niña que tenía demasiada conciencia, quién... descubriría a su padre. 

— Totalmente pequeña, él debe de ser un buen hombre, pero esta muy lejos de aquí, y mi vida, yo amo demasiado a tu mamá — Dice Sebastián dándole un beso a Devany en la mejilla.

— ¿Ustedes hacen esto? —Ambos miramos a Diego y a su esposa besarse en la revista.

Miro a Sebastián, él se encoge de hombros viendome, y realmente iba a ser inmaduro lo que estaba por hacer, porque sería como regresar al pasado, pero Sebastián no era malo conmigo pese a lo que había pasado hace 6 años, nos había ayudado a ambas, y yo no iba a permitir que Devany descubriera quién era su padre, no podría enterarse que era una Lainez.

— Mi amor — Yo camino para sentarme al lado de ella — Sebastián y yo hacemos eso que esos señores hacen— Suelto una risita — Sebastián y yo somos pareja cariño, ¿Te molesta eso?

Devany me mira para sonreírme, y la sonrisa de Diego apareció en su rostro.

— Para nada mami, estoy tan feliz — Ella me abraza, yo miro a Sebastián que me mira con una pequeña sonrisa, y yo se la devuelvo. 

Porque era hora de dejar a Lainez atrás y volver a rehacer su vida, porque ella no iba a ocultar a su pareja, porque ella no era como su ex novio. 

Pero ellos eran totalmente idénticos...

Diego Lainez

— ¿Entonces qué te parece? — Vanessa toma mi mano para que deje mi lápiz a un lado, suelto un suspiro aflojando más el nudo de mi corbata. 

— ¿Quieres decirme qué quieres ir a pasar las vacaciones de fin de año a México? —  Frunzo levemente el ceño. 

— Si, tu familia esta emocionada porque volveran a su antigua casa Diego, Inglaterra nos tiene algo estresados a todos, ¿Podemos ir verdad, amor?

Vanessa suelta un suspiro levantándose y saliendo de la habitación.  

Y si es que Diego se sentía culpable por ello, pero no podía aceptar regresar a México, en donde estaría su antiguo amor, en dónde estaría su novia, a quien le prometió regresar por ella. 

Pero estaba mintiendo porque solo se iba con esa vaga excusa para casarse con Vanessa y educar a su pequeño hijo Santiago.

Cuatro años después de haber llegado a Inglaterra, aquél día en el que había abandonado a Emma, había decidido dejar el fútbol y dedicarme cien por ciento a la arquitectura, era maravilloso en eso y disfrutaba más a mi esposa e hijo.

El retrato de mi pequeño hijo esta ahora en mis manos, su pequeña sonrisa que iba despareciendo cada vez más hasta que llego el punto que su sonrisa desapareció, y sus ojos ya no volvieron abrirse. 

Dos año de la muerte de mi hijo, y solo quedaban recuerdos de él, giro mi asiento viendo a la puerta en donde minutos antes se había ido mi esposa, y había prometido que cuidaría de ella, porque yo no era el único que había perdido a un hijo. 

— ¿Diga señor Lainez?

— Averigua el paradero de Emma Laurent, no la quiero en México en mi llegada, voy con mi esposa.

— De por echo que la señorita Laurent no estará en México.

Cuelgo la llamada, quito mi corbata para caminar hasta la sala en donde estaba mi esposa de piernas cruzadas y bebiendo café viendo a la nada. 

— Amor, levantate de allí y has las maletas, nos vamos con mi familia a México — Vanessa pega un pequeño grito levantándose de su lugar, deja la taza en la pequeña mesa para correr hacía mi y abrazarme.

—Te amo tanto, Diego.

— Y yo a ti.

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Empezando bien el mes.
¿qué les parece el primer capítulo?

over again | diego lainezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora