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En este mundo todo es gris, y confundimos el amor con la lujuria, este es un caso, porque yo estaba consciente que entre él y yo no había nada en común, pero me partía el corazón imaginarlo llorando, mientras yo le digo que lo nuestro otra vez no funciono, porque él era un ser tan hermoso, que yo no pude apreciar en su resplandor, porque Sebastián fue el sol que iluminó mi vida por un momento, y yo había logrado que se apagara.

Había regresado a casa y Sebastián no se encontraba pero  sabía que tenía que esperarlo y hablar con él, suplicando que me perdone, porque yo lo estaba dañando.

Devany se había quedado con la familia de Diego mientras yo venía a dejar nuestras cosas y poder hablar con Sebastián sin que mi hija nos escuchara.

— ¿Te das cuenta que te importe una mierda?

Cierro los ojos al escucharlo, dejo la servilleta de mi cocina en su lugar y me giro a él, para poder suplicar que me perdone.

— No fue así, te escribí notificándote que Devany quería pasar navidad con su padre.

— ¿Me explicas en que puto momento la pequeña se enteró que el hijo de puta de Diego Lainez es su padre?

— Se enteró de la existencia de Devany y me busco, la quería conocer y seamos sinceros, estaba en todo su derecho.

— Concuerdo de cierta manera con eso pero, ¿porqué te fuiste con él?.  Era claro hasta te dije que yo presentía que se enteraría pronto, y yo estaba de acuerdo, no debiste de ocultármelo.

— Estaba por contarte cuando llamaste...— me interrumpe.

— ¿Él estaba aquí cuando llame? Por Dios, hubiera dejado a mis padres y hubiera venido a apoyarte amor.

Él se acerca a mi y toma mi cintura, se inclina levemente a mi para juntar sus labios con los míos.

— Lo más tonto es que pasaste navidad con él.

— Devany quería no podía dejarla sola...

— Sé que me he enojado mucho por la relación que se creó entre la familia Lainez y ustedes, pero lo pensé seriamente y tenía que aceptar que al fin y al cabo terminan siendo familia.

Yo coloco mis manos en sus brazos y los acarició, él sonríe y me atrae a él para abrazarnos.

— Pero debes prometer que Año Nuevo si la pasaran conmigo, también soy su familia y las necesito. Además tenemos que terminar de arreglar las cosas de la boda Emma, nos casamos en dos semanas.

Suelto un suspiro, tenia que hacerlo, no quería causarle daño, quería que fuera feliz porque era tan dulce y comprensible.

— Eres tú, siempre has sido tú... —Sebastian toma mi rostro en sus manos — Te dije que si alguna vez me enamorada iba a ser de ti, así que por favor no rompas mi corazón.

Me separo de él lentamente y camino hasta la sala, coloco una mano en mi pecho y me sostengo del sofá.

— ¿Estás bien, preciosa?

— Tenemos... tenemos que hablar.

Sebas deja de tomar mis brazos y los suelta, el camina para colocarse enfrente de mi y me mira.

— ¿Sucedió algo en San Francisco? ¿Es eso?

— Yo...

— Necesito que seas sincera, no necesito a la tímida Emma  que conocí, necesito a mi Emma.

— Lo siento tanto — tomo sus manos pero en las quita bruscamente — He hablado con Diego de nosotros y se que... lo amo a él, siempre a sido él.

— Debes de creer que soy estúpido, debes de creer que soy un tonto ¿no es así?

— Mierda no Sebastián, no, has sido la persona que más me apoyo en esto, y te aprecio tanto y por eso no te puedo causar daño.

— Debes de creer que soy nuevo en esto — él suelta un leve risita — Pero he visto todo esto antes — frunzo su ceño — Nunca dejare que te vuelvas acercar a mi.

Un escalofrío pasa por mi cuerpo al escuchar eso, coloco mi mano en mi pecho, que era lo que pasaba.

— Aunque signifiques mucho para mi...

— Dios Sebastián, perdóname por favor.

Intento acercarme a él pero él me rechaza.

— ¿Has vuelto con él, no? — no respondo pero el ríe asintiendo para el mismo — Ahora me doy cuenta que cada que  me enamoro duele y lo más jodido que siempre ha sido de ti.

— Yo no quise, perdóname por favor.

— Ahora se que te vas, y me dejarás en el lodo, ya me has lastimado antes escogiendo a Diego, cada que vez que me lastimas, menos lloro.

— No me hagas esto, basta, no me hagas sentir más culpable.

— Y cada vez que me dejas más rápido se secaran estas lágrimas.

Sebastián quita bruscamente unas lágrimas que empiezan a resbalar por sus mejillas y yo lo único que hago es bajar la mirada y empezar a llorar.

— Me duele a mi también.

— Esta vez, te vas a ir y espero amarte menos, ya no te daré otra oportunidad.

— Cariño... ya no tenemos otra oportunidad, es triste pero es verdad.

Digo levantándome y empezar a quitar las lágrimas.
Sebastián rueda los ojos.

— Ya se que no te importa.

— Me importas mucho ¿No lo entiendes? — Grito acercándome a él para ahora yo tomar su rostro en mis manos. Seamos buenos para las despedidas.

— Tú no eres la buena, yo soy el bueno para las despedidas, ya me las he jugando antes.

— Se que estás pensando que soy una insensible...

— Mis dos mejores amigos se fueron porque se dieron cuenta que tu eras la insensible me lo advirtieron pero no les hice caso porque te amé peligrosamente.

— Se que Kevin, Nailea y tú quizás pensaron que soy una insensible que soy fría, pero solo estoy protegiendo a mi familia, a mi hija que nos mire juntos sin sentir amor porque yo amo a su padre.

— Y yo protejo mi alma, me haces daño ya no quiero que te acerques a mi — grita Sebastian, yo pego un brinco y lo suelto.

— También significas mucho para mi.

— Pero yo fui el que se enamoró y perdió al final, ya no me verás llorar por ti, y me lo dijeron, que tomara las putas precauciones en el amor pero confié en ti. Tú deberías de llorar por mi, Emma.

— Deja de hablarme así, me duele.

— Te he engañado — lo miro confundida — Bueno si estuve con mis padre, como tres horas había una mujer Emma la conocí el día que nos peleamos, al final siempre hay alguien mejor que tú.

— Vete.

— Espero llores mucho cuando te deje otra vez, porque no existen las segundas oportunidades, nadie cambia de la noche a la mañana, espero te vuelva a joder otra vez, porque yo no estaré para consolarte de nuevo, esta es la despedida oficial.

— Ya no te quiero conmigo y si me jode será a mi, no a ti, espero te dure con la chica, también soy buena para las despedidas no eres al único que lo jodieron en el amor.

Y él se marchó.

La puerta se cierra detrás de él, y el auto derrapar por la calle se escucha, y lo único que hago es caer al pie de la escalera para empezar a llorar.

Porque no sabía si esto iba a ser bueno, y me había dado cuenta que no soy buena para las despedidas al final.

over again | diego lainezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora