15. El mundo es un pañuelo.

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Kate.

Entramos al apartamento justo cuando Taylor está recuperando la conciencia.

—Te lo dije—me dice Jake en voz baja para que solo yo pueda escuchar.—Eh, ¿estás bien?

Se acerca a su padre y lo ayuda a sentarse.

—Si. Solo necesito una ducha y estaré perfecto.

—¿Sabes cuánto tiempo dormiste?

—Como una hora, ¿no?

—Como cinco—lo corrige Ethan.

—¿Qué?

Su cara de shock me hace reír.

Jessica mira su teléfono y luego me mira a mi.

—Voy a escapar un rato para llevar a mamá y a Michel al aeropuerto por su viaje de luna de miel. ¿Podrías ayudarme con mi maleta?

—Algo me dice que este era tu plan malévolo para no tener que empacar—la miro entrecerrando los ojos. Hace un puchero.

—Tal vez... ¿lo harás?

—Veré que puedo hacer

—Gracias—dice besándome en la mejilla, exagerando el sonido del beso.—Vamos Evan.

—¿Vamos a ir así?—pregunta el aludido señalando su ropa y el traje de baño de ella.

—Es una ciudad costera, a nadie le importa.—dice colocándose los lentes de sol y saliendo por la puerta. Evan rueda los ojos y la sigue.

—Ya regresamos.

—No lleguen tarde, recuerden que no cenamos aquí

—Ya sé mamá—dice Jess finalmente desapareciendo de la mano de Evan.

—¿Saldrán a cenar?—pregunta Taylor.

—Si, ¿Se apunta, señor T?—contesta Ethan.

—Seguro.—asiente.

—Llamaré a Kyle para avisarle que hay uno más—dice marcando el número en su teléfono y caminando hasta la terraza.

—En ese caso, me regreso al hotel—dice poniendose de pie mientras se coloca sus chanclas y sus lentes de sol—Estaré aquí en un par de horas.

Se dirige a la puerta.

—No te distraigas

—Me ofendes, hijo—finalmente sale cerrando la puerta tras de si mientras Ethan regresa a la sala.

—Bueno chicos.—Doy una palmada mirándolos—A empacar.


Unos veinte minutos después tocan el timbre así que voy a abrir. Es papá.

—Hola—lo abrazo y le hago un gesto para que entre.—¿Qué haces aquí?

—Solo vine a despedirme.

—¿Ya?—Apenas y pude pasar tiempo con él hoy.

—Tengo trabajo mañana temprano—se encoje de hombros.

—¿Ya tienes taxi hasta el aeropuerto?

Hace un gesto hacia la calle dónde mi madre está frente a su camioneta hablando por teléfono. Cuando se da cuenta de que la estoy mirando, levanta la mano y me da un saludo corto con una sonrisa tensa que estoy segura que no alcanza sus ojos ocultos por sus lentes de sol. Miro a mi padre con una ceja enarcada.

—Solo me está dando un aventón, cariño.—Suspiro.

—Sabrás lo que estás haciendo—digo con resignación. Me acerco y lo abrazo.—Voy a extrañarte muchísimo.

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