8.

22 7 6
                                    

Ya ha pasado una hora, tres botellas de Soju y un plato gigantesco de Tteokbokki que creí que jamás se iba a terminar. El mundo está empezando a dar vueltas a mi alrededor, supongo que a causa de la falta de costumbre. No bebía hacía muuuucho tiempo. Hace unos quince minutos dejé de ver hacia la mesa de Seokjin, sólo porque se han levantado y salido del bar. Creo que tengo tortícolis, además de un pedo terrible, a causa de haber estado mirándolos cuarenta y cinco minutos. Tan metidos como estaban en sus cuestiones, fueron incapaces de reparar en que yo estaba ahí, viéndolos con malicia. Imaginando cómo iban a cambiar las cosas a partir de este momento. 

Char seguía hablando. No se qué de algún tipo que conoció y bla bla. No tengo la capacidad mental para escucharla. Lo único que escucho es un pitido interminable en mis oídos por lo que me limito a asentir como si estuviera loca. No pasó mucho tiempo más, hasta que un toque en mi hombro llamo mi atención. 

— ¡Hobs! —saludé efusiva. Con mucho gusto me hubiera levantado a abrazarlo con fuerza, pero si levanto el culo de la silla lo más probable es que termine en el suelo. No quisiera dar un espectáculo de esa clase en este momento. 

— ¡Pelmaza! —Creo que se dio cuenta de mi situación porque se agachó un poco junto a mí y me arrulló entre sus brazos por unos momentos, mientras acariciaba mi cabello. 

Hobi siempre ha sido mi amigo más cariñoso. Jamás me quejaría de ninguna de sus muestras de afecto. Son las más reconfortantes que conozco, junto con esa sonrisa que ilumina habitaciones. Además, nos conocemos desde el instituto; nos sobra confianza para ser cariñosos el uno con el otro.

— Hola Charlotte ¿Cómo has estado? —Se dirigió a ella, luego de soltarme de su agarre (cosa que le costó. No sabía que necesitaba tanto de su abrazo, hasta que me lo dio)

— Hablando sola, aquí como me ves. Nuestra querida Jen cumplió su cometido de emborracharse no... lo que le sigue.

— ¿Que ha pasado para que esté así? —preguntó Hobi, preocupado. 

— OIGAAAANNNN. QUE ESTOY AQUÍ Y PUEDO OÍRLOS IDIOTAAAASSS 

Las palabras salían arrastrándose de mi boca, me estaba costando un ojo de la cara pronunciar algo. Ni hablar del volumen de mi voz que se había vuelto incontrolable. De todos modos, estoy aquí sentada y estaré borracha, pero no inconsciente.

— Baja la voz Parker — me reprendió Hobi, usando mi apellido de soltera. Sé que cuando ese apellido aparece, es porque la acabo de cagar de alguna manera. 

— Está bien Jung. La bajo. Pero dejen de hablar como si no estuviera —me pronuncié, intentando no trabarme. El estúpido pitido en mi cabeza no estaba colaborando a mi concentración tampoco. 

— Bueno Jennie ¿Puedes tú decirme que pasó?

— ¿Que va a poder decirte, no ves que va perdida? —respondió Charlotte — Déjame que te cuente. Resulta que llegamos aquí y como al rato... 

— ¡SHHHHH TE CALLAS CHARLOTTE!

— ¡Parker! ¡Que bajes la voz!

— Perdón Hobs —Un puchero totalmente involuntario se formó en mis labios, al escuchar a mi amigo reprenderme de esa manera. —Te lo cuento mañana, si me dejas quedarme en tu casa. No tengo ganas de ir a la mía... No me siento muy bien. 

— Está bien Jennie. Tenemos un trato, pero por favor ya no grites. 

— Char ¿Podrías hacerme un favor? —pregunté, alcanzándole mi celular —Envíale un mensaje al imbécil y dile que me quedo a dormir en tu casa. No sabe que no hay lugar y no quiero que sepa que me quedo con Hobba... 

El hombre del ascensor / PJM ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora