12.

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En algún momento de la vuelta a casa, la culpabilidad me golpeó. No es precisamente el hecho de haberme acostado con Park lo que causa este revoltijo en mi estómago, a medida que me acerco a destino. Creo que es la mentira. El haber dicho que salía con Charlotte y estar, en realidad, metida en la cama de otro hombre que no es mi esposo.
En definitiva estoy pagando con la misma moneda estos doce años de mentiras y eso me causa nauseas. La ley del talión aplicada a la vida marital: Ojo por ojo, diente por diente. Mentira por mentira. Traición por traición. Como ser adulto que soy debería tener una conversación seria respecto de lo que sé, lo que es y lo que debería ser. Pero no estoy preparada para esto todavía.

Al traspasar el umbral de la puerta de entrada, noto que todas las luces están apagadas y sólo se encuentra prendida la tenue luz del pasillo. Supongo que Jin la habrá dejado para que no me choque con los muebles al entrar. Muy considerado de su parte. 

Con toda la pesadez del mundo, y cierta incomodidad en las entrañas, me dirijo hacia el pequeño bar de madera que se encuentra en el living en búsqueda de algo que me alivie. Algo que me haga quitarme esta sensación que me envuelve y se vuelve más fuerte cuando escucho la tormenta comenzando a arreciar sobre la calle. Tomo un vaso de Whisky —un Johnnie Walker etiqueta negra que Seokjin guardó para ocasiones especiales— y me siento junto a la ventana observando las gruesas gotas de lluvia golpear contra el cristal. Es una ocasión especial, después de todo. Acabo de tener el primer encuentro sexual satisfactorio de toda mi vida y eso merece un brindis, más allá de la incomodidad que el secreto comienza a causarme. 

Brindo conmigo misma, con el reflejo de mi rostro que se dibuja en el cristal de la ventana empapada. Los truenos son la banda sonora detrás de mi silencio. Los relámpagos se transforman en la fuente de iluminación de la película de mis pensamientos y la imagen de Park Jimin vuelve a mi mente, mientras el vaso de Whisky reposa en mi mano.  Un trago por el sabor de sus labios, uno por la suavidad de sus manos y otro por los orgasmos más intensos que haya tenido jamás. 

—¿Jennie, eres tú? — la voz de Seokjin se mezcló con un trueno, cuando me llevaba el vaso a los labios nuevamente y mi esposo se dirigía escaleras abajo, hacia mi lugar frente a la ventana —. Jennie... —repitió al tiempo que se acercaba más hacia mí.  

Distraída como estaba mientras vivenciaba en mi mente cada minuto de aquellas horas compartidas con Park, no me di cuenta de que la luz de la escalera acababa de prenderse. Mucho menos me di cuenta de que Jin estaba parado junto a mí, al momento en el que otro trago de aquel líquido ambarino bajaba por mi garganta. 

—¿Jennie, qué estás haciendo en la oscuridad? ¿Estás bebiendo?

—Eso parece... —respondí secamente, sin correr mi mirada del paisaje lluvioso que se dibujaba detrás de la ventana. 

—¿Ese es el Whisky reservado para ocasiones especiales?

—Jin, querido, creo que tienes demasiadas preguntas para ser las... —tomé mi teléfono que reposaba en una mesa frente a mí y encendí la pantalla para mirar la hora —. La una de la madrugada.

La una de la madrugada y yo estaba bebiendo en solitario. A oscuras, como si estuviera escondiéndome de la luz para que mi crimen no se notara.

—Pues perdona si me sorprende que en todos estos años jamás te vi bebiendo sola, salvo por esa vez.

—¿Cual vez? ¿Te refieres a aquella vez en la que tuve que festejar sola mi graduación porque la olvidaste y te fuiste con Namjoon?

—Si... —respondió Jin con un dejo de culpabilidad en su rostro. 

—No te preocupes. Era viernes, después de todo. Estoy bien, Jin. Solamente quería relajarme un poco antes de dormir. 

—Pero si acabas de venir de beber con Charlotte. 

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2021 ⏰

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El hombre del ascensor / PJM ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora