Valor

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24/10/21

Capítulo 3

Valor

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- Oye Beatrice, ¿puedo leer afuera? – preguntó ya en pijama.

- ¿acaso no puedes llamarme correctamente? Está bien, iré a cambiarme querida, llama si pasa algo – le dijo yéndose por el pasillo.

Tomó la bolsa de papel de la cocina y salió al pórtico, la luz estaba encendida, había elegido un libro llamado ''el principito'' era el único con dibujitos y más interesante. Sabrá dios de que trata, se disponía a leer mientras comía las sobras de patatas del día anterior en las escaleras cuando un maullido llamó su atención. Era el gato al que apodo Roy, se restregó en ella de nuevo.

- Hola pequeño, ¿quieres una? – le dijo acercando la patata frita, el gato empezó a devorarla, parecía hambriento. Decidió darle más.

Abrió el libro topándose con unas ilustraciones, no entendía a qué iba la historia hasta que llegó a la parte donde el autor describía como los adultos no entendían las cosas al modo que él las veía cuando era pequeño, entendió ese punto, los adultos eran raros y se complicaban las cosas, ella no lo sabía o no se había dado cuenta, pero se estaba convirtiendo en uno.

- Ashley, el tiempo se acabó, lava tus dientes y ve a dormir – dijo su abuela apareciendo por la puerta – niña, no alimentes a los gatos callejeros, ya no querrá irse – regañó su abuela.

- Pero es que tenía hambre, ¿Qué tal si muere de hambre? – preguntó ella, aún tenía ese sentimiento inocente, era agradable ver como una pequeña aun sentía empatía por animales.

- Bueno, pero no puedes alimentarlo con patatas fritas, se puede enfermar del estómago, vamos, vete a dormir – le dijo la mujer mayor.

- Está bien, adiós Roy – se despidió del gato.

Una vez entró su abuela se quedó afuera, volteo a ver al gato que se le quedo viendo, este le maulló.

Spinelli estaba lista para dormir, su tercer día allí no había sido tan malo, esperaba que las vacaciones terminaran para reencontrarse con TJ, extrañaba sus charlas nocturnas y tomarlo de la mano. Con una expresión somnolienta cerró sus ojos abrazando su peluche de mono que trajo de contrabando.

Una semana y media paso volando entre todos los deberes, tenía una mejor condición cuando trotaba, pero aún no lograba alcanzar a su abuela. Aprendió a cocinar a la perfección ella sola unos cuantos platillos, las clases de historia se tornaron interesantes cuando su abuela le conto algunas experiencias y cosas que conocía, aunque las matemáticas eran un horror, corrigió algunas cosas de su lenguaje, aunque era imposible cambiar algunas cosas.

A veces la hacía recitar trabalenguas hasta que los pronunciara correctamente. Las clases de violín eran una tortura, era terrible en ello, no tenía un oído musical. Aunque ayer cambiaron la actividad del violín por pintura después de que su abuela la descubriera dibujando en su media hora libre. 

Estaba concentrada en las escalera del pórtico con Roy a un lado cuando escuchó la voz de Beatrice.

- ¿Por qué nadie me dijo que tenías talento para el arte? – preguntó sorprendida.

- ¿Qué Flo y Bob no te lo dijeron? – preguntó confundida, ya se había medio acostumbrado a sus apariciones abruptas

- ¿también llamas a tus padres por sus nombres? – cuestiona la mujer.

- A veces, cuando ellos hacen algo que me desagrada, es solo que pienso, ¿Por qué debo respetar a alguien a quien no respeto? – aclaró Spinelli.

El experimento fallidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora