𝕾𝖊𝖕𝖙𝖊𝖒

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Seonghwa siempre creyó que cuando cumpliera dieciséis años sería demasiado feliz; celebraría con sus amigos a lo grande; quizás probaría cosas nuevas y su vida cambiaría de alguna manera. En aquella última predicción acertó, pero no de la manera en la que él hubiera deseado. Tal vez si su madre le hubiera dicho antes todo ese asunto familiar tan importante, ahora ya tendría una decisión tomada y no estaría en su cama casi comiéndose las uñas de la ansiedad. Y que le hubiera regalado un pastel por su cumpleaños el día anterior definitivamente no era la disculpa que esperaba de su parte ni le quitó las ganas de escaparse para siempre.

–Pase –dijo cuando escuchó tres golpecitos en la puerta. Su madre se asomó por ella mientras sonreía con algo de lástima.

–¿Puedo pasar? –consultó. Al ver a su hijo asentir, ingresó al cuarto y caminó hasta la cama para sentarse a un lado del cuerpo cubierto por las sábanas –¿Aún no decides? –Seonghwa negó e hizo un puchero –¿Qué es lo que te detiene aún?

–¿Por qué no me dijiste antes todo esto?¿Por qué no me explicaste bien de qué se trataba todo eso de la firma en el libro antes de enviarme a la academia? Tal vez si lo hubiera sabido, no hubiera... no lo hubiera...

La mujer suspiró al ver el desastre que su pequeño era en ese momento –Ay Seonghwa... me acabo de dar cuenta que cometí un gran error. Tuve que haberte contado todo esto antes, lo sé. Si te soy honesta, no creí que sería necesario. Pensé que cuando fueras a la academia, te darías cuenta de que no era lo tuyo y lo dejarías en poco tiempo, pero luego me di cuenta de que te gustó más de lo que imaginaba. No creas que no me di cuenta de que ya sabes hacer algunas cosas que no deberías. Y no lo sé, tal vez lo hice porque yo quería que no te gustara.

–Mamá... se supone que deberías haberme hablado de esto. Tengo derecho a saber qué le pasará a mi vida –Seonghwa la miró con una pizca de enojo, porque en realidad estaba más enojado consigo mismo.

–Lo sé; y admito mi error, pero de verdad no creí que lo necesitarías.

–Bueno, lo necesito. Ahora necesito que me hables de todo esto para poder tomar una decisión de una maldita vez –Seonghwa se sentía tan estresado que ni siquiera se molestó cuidar sus palabras con su madre, pero la mujer tampoco le dijo nada.

–Es verdad que para practicar la brujería negra Seonghwa, tienes que hacer algunos sacrificios. Cuando firmas el libro, cedes a hacer esos sacrificios a cambio de algo más; poder, venganza, eso depende de ti. Y si, hay cosas que no te gustaran para nada; como en todo en la vida en realidad.

–¿Tú firmaste el libro? –preguntó. La mujer asintió con una sonrisa amarga –Entonces eso significa que le perteneces al señor oscuro.

–Es un mero concepto hijo. Pero si, así que aunque me haya desligado del aquelarre, no significa que pude abandonarlo del todo –al ver la mueca en la cara de su hijo, la mujer suspiró y tomó sus manos –Seonghwa, tienes que saber que aún si hay cosas que no te gusten, siempre tienes la posibilidad de cambiarlas; de hacer algo al respecto. Como yo. Era una bruja bastante devota, pero conocí a tu padre y decidí que prefería vivir de otra manera, sin alejarme del todo de la magia eso sí. Puedes hacer lo mismo; firmar el libro y aprender sobre la brujería, ver a tus amigos mortales de vez en cuando. O no firmar el libro y seguir viviendo como lo has hecho hasta ahora, pero mantener el contacto con Hongjoong. Quién sabe, a lo mejor puedes intentar ir a la academia y al instituto al mismo tiempo. Sea como sea, debes tomar una decisión consciente.

Seonghwa pensó en lo que su madre le planteaba. Era cierto que había algo en la brujería que no le convencía del todo. Sin embargo, si pensaba en volver a su vida de antes sin nada de magia ni Hongjoong, había algo que ya no se sentía correcto.

A witch? | SeongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora