【『Koi No Yokan』es un término japonés que se traduce como "la seguridad inevitable de que te vas a enamorar de alguien nada más verlo por primera
vez "】
≪ 𝕰𝖑𝖑𝖆 𝖊𝖘 𝖒𝖎 𝖍𝖔𝖌𝖆𝖗, 𝖓𝖔 𝖎𝖒𝖕𝖔𝖗𝖙𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖔𝖈𝖚𝖗𝖗𝖆 𝖒𝖎 𝖈𝖔𝖗𝖆𝖟𝖔̀𝖓 �...
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Narrador Omnisciente
Nada más poner un pie en el ring toda la valentía acumulada se esfumó como por arte de magia. Quiso correr y esconderse de todo.
< Tranquila, Minami, concéntrate en mantener la respiración constante y todo irá bien. >
Pero es que había mucha gente. ¡Y todos mirándola! Aunque era lógico no podía evitar sentir la ansiedad corriendo por sus venas.
A lo lejos vio a sus compañeros animándola desde la tribuna. Algunos — como Kirishima y Sero — tenían sus pulgares en alto y sonrisas de oreja a oreja y otros — como Ochako e Izuku — le chillaban cosas indescifrables desde la distancia usando sus manos como megáfonos. Momo simplemente le sonreía nerviosa y a lo lejos, detrás de casi todos, la chica pudo ver como Bakugo mantenía también su mirada en ella, como si tuviese curiosidad de qué tal se las apañaría contra un rival tan similar. Aquella imagen la hizo sentirse mejor instantáneamente. O eso pensó hasta que miró unas filas más atrás, donde un par de ojos heterocromaticos la escudriñaban. Toda la atención del joven estaba posada en ella y eso por alguna razón la puso más nerviosa todavía. Comenzó a juguetear con sus dedos para calmar su agitado corazón.
— ¡Everybody, perdón por la espera! — anuncia Present Mic. — Basándome en lo poco que hemos visto de ella y su poder, una belleza electrificantey letal .... ¡del curso de héroes: Minami Arashi! Contra... el chico de las chispas mortíferas... ¡Denki Kaminari del curso de héroes también! ¡Todo listo! — el público comenzó a chillar y las bocinas sonaron. — ¡Qué inicie el espectáculo!
— Bueno, Minami-chan. — Denki, frente a ella en la otra punta del ring, comenzaba a realizar algunos estiramientos. Lo había estado observando desde que supo que pelearían y además llevaban estudiando juntos más de un mes. En base a esos dos acontecimientos, la joven podía asegurar dos cosas: a su rival le encantaban las mujeres y... — Me caes muy bien, ¡pero me temo que esto lo voy a terminar en un santiamén! ¡Descarga indiscriminada, un millón trescientos mil voltios! — ... que Kaminari siempre iniciaba sus combates con un golpe demasiado potente hasta para él.
El joven comenzó a soltar chispas de una forma descontrolada y con un movimiento de sus palmas, las lanzó en dirección a su rival. Esa sería una gran táctica si semejante descarga no le dejase el cerebro frito. Si le daba, estaba perdida, pero ella ya había previsto aquel movimiento audaz — y un poco estúpido, en su opinión — así que puso en práctica lo que había planeado.
Extendió sus palmas hacia el suelo y se concentró. Debía hacerlo con cuidado o quedaría inválida para el siguiente combate. Liberó su relámpago — el cuál se estrelló contra el terreno, rompiendo este totalmente hasta alcanzar a su contrincante tirándolo al suelo y que a su vez la elevó por los aires — al tiempo que la descarga contraria barría con todo el cuadrilátero, casi dándole.