【『Koi No Yokan』es un término japonés que se traduce como "la seguridad inevitable de que te vas a enamorar de alguien nada más verlo por primera
vez "】
≪ 𝕰𝖑𝖑𝖆 𝖊𝖘 𝖒𝖎 𝖍𝖔𝖌𝖆𝖗, 𝖓𝖔 𝖎𝖒𝖕𝖔𝖗𝖙𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖔𝖈𝖚𝖗𝖗𝖆 𝖒𝖎 𝖈𝖔𝖗𝖆𝖟𝖔̀𝖓 �...
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Narrador Omnisciente
Se quedaron allí unos minutos, acompasando sus respiraciones con sus frentes pegadas la una a la otra.
Minami se atrevió finalmente a abrir los ojos cuando sintió que el más alto se separaba un poco de ella, pero en el momento exacto en el que hicieron contacto visual volvió a cerrarlos con fuerza, cosa que hizo que el joven riese con suavidad.
Mientras ella seguía recomponiéndose, el medio albino deslizó sus manos por el cuerpo de la chica recolocando todo lo que había alborotado él mismo. Ubicó sus prendas con suavidad, peinó su cabello con sus manos para que este no se viese tan despeinado y con sus pulgares retiró los restos de lágrimas de placer acumulados en las mejillas de ella. No podía verlo bien, pero estaba seguro que de ella estaba roja como un tomate, así que con su mano derecha enfrió un poco sus mejillas también.
Todos esos actos calentaron tanto el corazón de la avergonzada chica que está se vio capaz de dejar de lado su vergüenza para abrir los ojos. Ante ella, su novio tenía el cabello revuelto, los labios rojos e hinchados de tanto besarla y la ropa arrugada. Todo eso, por no hablar del enorme bulto en sus pantalones, el cual seguía pinchando contra su estómago.
— ¿Fui muy brusco? — preguntó finalmente Todoroki, aunque no se le veía muy arrepentido de lo hecho.
Minami frunció el ceño. — Siempre preguntas lo mismo.
Shôto rió, y ella podía jurar que ese seguía siendo su sonido favorito en ese mundo.
— Cierto, pero es que me da miedo hacerte daño un día.
La pecosa infló sus mejillas, abochornada por lo que iba a decir pero decidida a hacerlo. — Si me hicieses daño no me habría corrido así sobre tus dedos. — aquella frase fue solo un susurro, pero quedó suspendida sobre sus cabezas como una espada.
Al cabo de unos segundos Shôto se apartó de ella y llevó sus manos a su cabello, despeinando este con estrés mientras resoplaba.
— Minami...
— Qué. — ella no le dejó alejarse. Ahora fue el turno de ella de acercarse a él mientras este estaba apoyado en la pared contraria.
— No me lo pongas más difícil. — el tono demandante la encendió de nuevo, no iba a mentir. Se sentía como una estufa cada vez que estaba con él. Todo combustiones.