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Eran cerca de las nueve de la noche y Lan WangJi estaba haciendo la última ronda de vigilancia antes de irse a dormir cuando escucho un ruido cerca de él. Sin pensar en ello se dirigió hacia allí, si alguien estaba rompiendo las reglas , su deber sería castigarlo.

Vio una sombra en movimiento encima del tejado por lo que de un salto subió a mirar, una vez arriba se encontró con los ojos grises más brillantes del mundo y la sonrisa más hermosa del universo.

"¿Se verá igual de hermoso arrodillado ante mi, atado y con lágrimas en los ojos?"

Ese pensamiento pasó rápido por la cabeza de Lan WangJi, pero le distrajo lo suficiente para que el chico se moviera hacia su espacio personal, por lo que atacó con su espada sin dudarlo. Jamas, nadie, ni su propia familia se había acercado tanto a él.

Ya se había puesto cachondo con el ese simple pensamiento ,por lo que no importaba si iba un poco más allá y lo comprobaba, después de todo estaba rompiendo más de una regla de la secta, y eso le daba todo le derecho a castigarlo.

Eso era lo que quería y pretendía ,pero el chico era rápido y ágil, esquivando todos y cada uno de sus intentos mientras bromeaba y se reía sin darle importancia a la situación. Un pequeño deje de irritación pasando por el, cada vez que el chico lo esquivaba sin dificultad y sin haber desenvainado su espada. Nunca había conocido a nadie que estuviera a su altura.

Ambos se movían por el tejado dando vueltas, parecía más un baile romantico interpretado por dos amantes bajo la luz de luna llena que un pelea entre dos discípulos recien conocidos.

Al final , Lan WangJi tuvo la ocasión de observar la cara entristecido del chico cuando una botella de vino se rompió contra el camino del piedra.

Un cosquilleo recorrió el cuerpo del Lan WangJi ante aquella mueca por parte del otro, más concretamente en su entrepierna.

Alguien a su altura con tan bella expresión.

Ante el rebelde chico frente a él y su inteligencia para saltarse y doblegar las reglas , no le quedó otra que darse por vencido por el momento y dejarle marchar.

Aunque no había podido castigarle en esta ocasión, intuía que ese chico iría a parar a sus manos más de una vez en un futuro sin que el tuviera que hacer nada.

Algo que provocaba que su polla se terminará de poner dura por la expectación.

Dolor - WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora