I. Sickness Love

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"El amor siempre está. Aunque no lo veamos. Aunque no lo reconozcamos. Ahí está."


Encanto. Puras sonrisas.

Eso último siendo lo que había captado su mirada.

Todos los humanos al nacer tienen ese brillo especial, esa curiosidad innata y exigencia tan propia de ser cuidados. Amados. WooYoung había sido uno de esos tantos niños. Uno que, como todo buen infante, le encantaba jugar y hacer travesuras.

Tan dinámico. Tan alegre.

Era increíble como el tiempo los podía cambiar. Volverlos más serios. Más adustos.

Pero no él.

Aún en la universidad, WooYoung era un chico vivaz e inteligente, esa chispa traviesa manteniéndose en sus dinámicos ojos. Hasta que la tragedia llegó a su vida y lo opacó.

Lo marchitó igual que una fría nevada.

Si era sincero, hasta para él había sido sorpresivo aquella inesperada tragedia. Los caminos del Señor siendo misteriosos e inexplicables algunas veces.

Y eso que él, era un ángel.

Un ángel de la guarda.

De cabello dorado y ojos de un verde especial, San había venido al mundo con un solo propósito. Cuidar y guiar a los humanos en lo que se llama "El gran camino de la vida". Los aconsejaba, les daba apoyo e intentaba darles aliento cuando la desesperanza los atacaba.

Era un susurro al viento, una mano cálida en la espalda, un puntito de fe.

Sin embargo, su trabajo como ángel de la guarda no era fácil. La esperanza siempre era más difícil de implantar en un mundo donde lo negativo abunda, las criticas están en el menú diario y que por mucho se busque la libertad de expresión, cualquier opinión diferente al común, era asfixiada hasta callarla y quitarle la voz. Incluso aquellos que dicen ser diferentes, terminaban sumergidos en ese juego de balas cruzadas, atacándose entre ellos mismos. Juzgándose.

Nadie estaba a salvo.

Así que dar valor a alguien para hacerle frente al mundo, a plantarle cara a los retos y no dejarse aplastar por la opinión ajena, era una labor constante, exigente y sin descanso.

Otra cosa que caracterizaba su trabajo, es que exigía estar en muchas partes al mismo tiempo. Los ángeles viajaban a la velocidad del pensamiento para dar una voz de aliento a quien la solicitaba, guiar a quien pedía ayuda. Por lo mismo, San podía estar en un instante en Paris, entregando consuelo a un niño perdido en les Champs-Élysées en medio de esa multitud que se adentraba a las tiendas de grandes marcas, o aparecer al siguiente, en un simple terreno baldío, cerca de una Favela, entregándole apoyo aquel tímido niño que deseaba integrarse al amistoso de fútbol entre los otros chicos de su barrio, pero no sabía cómo hacerlo.

Pero no solo ayudaba niños. Aunque en menor cantidad, también daba consejo a los adultos. Pero solo cuando, realmente, lo necesitaban y estaban dispuestos a escuchar.

A diferencia de los niños que piden genuinamente y con honestidad, atentos a su alrededor a cualquier señal, la mayoría de los adultos se encontraban cerrados. Sus almas pidiendo a gritos desesperados ayuda, pero su clamor exigiendo que los saquen de ahí. No enfrentar.

Huyen. Escapan de su realidad, en vez de querer plantarle cara a su miedo y resolverlo. No están dispuestos a escuchar, porque saben que el consejo no les va a gustar.

Guilty Love [WooSan| +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora