XII. Guilty Love

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"Amó. Amó mucho hasta no dejarse nada y al final se esfumó"


¡Era un estúpido! ¡Un imbécil!

¿Cómo no se había dado cuenta antes?

Su ira rumiaba por todo su cuerpo con vestigios de rojo y violeta, todo mezclándose en frustración. Decepción. Había creído...

Negó.

No sabía lo que había creído. No sabía tampoco lo que creía ahora, la cegadora ira siendo superior a todo. Ira contra sí mismo por haber sido un ingenuo. Ira contra el ángel por haberlo engañado. Por no haberle dicho antes.

O mejor dicho. Por no haberle dicho nunca, el mismo WooYoung dándose cuenta de todo.

Desde un principio lo había intuido. Había intuido que ese ángel con esas facciones perfectas no podían ser solo coincidencia. Que conociera su nombre, menos. Pero lo había obviado. Dejándose llevar por su ambición de destruirlo y hacerlo caer en el Infierno, había ignorado lo otro. Ignorado esos recuerdos ambiguos que venían a su mente sin forma y sin figura, y que se mezclaban con sus propios recuerdos. Su pasado siendo más nítido.

Pero ahora, no había visto solo su pasado.

No había visto solo a ese jovencito ingenuo siendo follado contra un sillón barato.

Había visto más, y por ello sus ojos escocían.

- Debí suponerlo. Debí darme cuenta – era la retahíla que se repetía en su cabeza, WooYoung repasando todos esos años, pero sobre todo recayendo en el último tiempo.

Ese donde las imágenes empezaron a ser más claras. Más evidentes.

Como la primera vez que estuvo dentro de San.

Sus ojos temblorosos. La forma en que afirmaba las sábanas bajo suyo para no quemarlo en un desliz. Su cuerpo curvándose de placer mientras entraba profundamente en él, la oscuridad adentrándose hasta sus cimientos.

Se había doblegado ante él, gemido y zamarreado, antes de venirse satisfecho. Igual que él. Y fue en ese orgasmo que WooYoung lo vio. El primer indicio. La primera imagen borrosa tomando forma, una risa resonando en sus oídos antes de llevarlo de regreso al presente.

En ese entonces le había sonado familiar. Igual que todas las imágenes que vinieron en las siguientes veces. Hoy en día se daba cuenta del porqué.

Por qué había sido un testigo de su propia vida. No habían sido sus memorias las que había visto, sino las memorias de San. No tenía idea de por qué había sucedido aquello, más que le habían revelado la verdad.

Esa oscura y tergiversada verdad en el que San había sido su ángel de la guarda. No solo eso. Lo había empujado a llamar a HongJoong.

¡HongJoong!

¡Ese maldito demonio!

No solo lo había transformado en íncubo, sino también se había estado riendo a sus espaldas todo ese tiempo. Desde el primer encuentro, en ese ascensor, HongJoong sabía quién era él, su pasado y como lo había convertido en un íncubo.

Si, podía ser irónico. Siempre había exclamado a los cuatros vientos cuanto amaba su vida de demonio, que él era un íncubo hecho y derecho, pero...

Pero saber que no había sido su elección era una bofetada, mucho más que había sido por la intervención divina de un ángel. Saber que también estaba involucrado HongJoong, ambos sabiendo todo eso y sin decirle nada, WooYoung siendo tan ignorante de todo aquello que se sentía estúpido.

Guilty Love [WooSan| +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora