Haruchiyo Sanzu

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Haruchiyo.
Su nombre venía a mi mente como una oración.
Me sentía pesada, tan mareada. La vida no hacía más que complacerme. La vida me estaba premiando.
Mis piernas temblaron cuando él pasó su lengua una vez más por mí intimidad y con su mano derecha se aseguraba que mi espalda no dejara de tocar el colchon, bloqueando así mis movimientos involuntarios, se sentía tan posesivo.
Mis piernas temblaron y sentí como él iba alejándose poco a poco. Disfrute como cada parte de mi ser era sacudido por el orgasmo rápido que me provocó.
Abrí los ojos cuando me relaje, y sus ojos ojos estaban divertidos. Una sonrisa complacida se extendía por su fino rostro.

-¿Estás agotada?

Desde que Sanzu y yo habíamos comenzado a tener relaciones sexuales siempre se encargaba de darme demasiado placer al punto en que yo ya no podía ni siquiera moverme. Eran devastadoras sus caricias. Sus atenciones. Su boca. Sus manos. Su pene. Todo en él era mucho para asimilar.

-Claro que no. - Le sonreí.- Cada vez mi cuerpo se acostumbra más a ti y el cómo nos dejas, jajaja. ¿Ahora que tienes en mente?

-Nada especial en realidad. ¿Sexo vainilla?

Ahora yo lo miraba divertida. Este tipo no era de sexo vainilla. Jamás. O al menos no conmigo.

Subio hacia la cama, arrastrando sus rodillas sobre el colchón, con ambas piernas a lado de mis caderas se sentó arriba de mí. Su mirada era diferente. Estaba demasiado serio para ser él. Comenzaba a ponerme nerviosa así que opte por mirar cualquier punto de la habitación que no fuera su rostro.

Sus manos comenzaron a pasearse por mí abdomen. Lentamente. Subían y bajaban. Me estaba causando escalofríos y sentí como mi piel de ponía de gallina. Sus dedos tentaban mis pechos. Sabía que mis pezones se estaban volviendo duros. ¿Mi respiración? Superficial. Aunque seguía sin mirarlo, sabía que su rostro seguía bastante serio.
Entonces, un movimiento brusco. Su enorme mano fue a parar a mi mandíbula, y por fin pude mirarlo. Sus ojos demandaban atención. Si no lo conociera como lo hago me habría dado miedo el agarre fuerte que hizo sobre mi rostro.

-¿Porqué mierda no me miras?

-¿A esto le llamas sexo vainilla?

-Por supuesto que no. Pero estaba tocandote suavemente y preferiste mirar hacia otro lado, supongo que no te gustó lo suficiente como para continuar.-

Soltó un suspiro largo, su cabeza se fue hacia atrás, resignado.
Su mano se alejo de mi rostro y fue a mi cuello, donde comenzó a apretar un poco. Eso sí que me gustaba. Lo mire. El seguía con su cabeza hacia atrás. Observe como su manzana de Adán subía y bajaba.
Ya cuando sus ojos hicieron contacto con los míos se aproximó para besarme los labios. Sus besos eran posesivos, demandantes. Su lengua no se hizo esperar y entró en mi boca. Su lengua estaba caliente, cálida y llena de vida. Era increíble cómo no se cansaba después de todo lo que me había hecho ya en mi centro, sí que era habilidoso.
El agarra en mi cuello se tenso y nuestros pulmones ya pedían por oxígeno. Se separó de mis labios. Rápidamente se quito sobre mí y comenzó a mover mi cuerpo poniéndome boca a abajo. Me había dado la vuelta en un abrir y cerrar de ojos. No me dio tiempo ni de protestar y no es como si quisiera.
Su mano tomó las mías y las apretó detrás aplastando mi espalda baja,  impidiendo que pudiera moverme. Escuche como él se deshacía de su ropa interior.

-¿Sientes eso? - Su pene erecto estaba masajeando mi entrada. Gemi alto.

-Sí.

-Que bueno, está más que feliz por entrar en ti, ¿lo quieres a dentro o no? .

Su voz sonaba juguetona. Había vuelto su humor. Mientras tanto, seguía jugando con su glande moviendola había arriba y abajo de mi entrada. Era tan deliciosa aquella sensación. No podía evitar seguir mojandome, empapandolo, haciéndole sabe el cómo me ponía.

-Haz lo que quieras... - Me soltó un nalgada y grité fuerte.

-¿Sí o no?. -

Volvió a suspirar. No lo estaba viendo. Pero lo conocía. Sabía que se estaba muriendo por meter todo su pene dentro de mí, sabía que su cabeza estaba hacia atrás, sabía que sus ojos estaban cerrados fuertemente y que sus dientes estaban mordiendo su labio inferior.
Ni siquiera me dejó decir un "sí o no" porque de golpe metió todo. Con la mano que tenía libre se  aferró a mis caderas, las estaba apretando muy fuerte. Podía sentir como sus uñas estaban cortando mi piel.
Mientras tanto, él entraba y salía, un ritmo frenético, su pene era tan caliente, se sentía tan bien dentro de mí. Mis ojos comenzaron a ponerse en blanco porque las sensaciones eran demasiado.
Su mano dejó mi cadera y fue a parar a mi coleta, jalando lo cabello hacia arriba lo que hizo que mi cabeza se despegara del colchón.

-Dios...

Dejo caer su pezo sobre mi. Su rostro quedó aun lado de mi rostro, sus labios en mi oído. Escuchaba su pesada respiración; sus gemidos bajitos y contenidos. Sus movimientos comenzaron a ir más lentos.

-Estás tan apretada que siempre creo que te voy a romper... Dios...

Siguió con sus movimientos lentos hasta que ya sentía como un nudo se formaba dentro de mí abdomen. Necesitaba liberarlo. Y al  parecer el también, pues volvió con su frenesí, ahora estaba siendo más rápido, su mano jalando más fuerte mi cabello su cuerpo más pesado contra el mío. La cama era un lío, se escuchaba el rechinar tan ridículamente fuerte.
De nuevo mis piernas comenzaron a temblar, mis odios estaban tan calientes, mi interior estaba siendo martillando de una manera tan feroz, todo en mí se convirtió en agua. Me estaba corriendo de nuevo. Y Sanzu lo sabía. Él podía sentirlo porque maldecia y su respiración era cada vez más entre cortada. Él también se estaba volviendo loco.

-Maldita sea...

Sacó su pene dentro de mí y lo sentí eyacular en mi espalda. Me quedé esperando a que me limpiara. Pero a cambio de eso escuché el sonido de una cámara. El imbécil me había tomado una foto.

-Que bonito luce tu cuerpo desde atrás con todo mi semen derramado en él.

Soltó una risa divertida, quise imitarlo pero fingi indignación y le dije que me limpiará.

One Shots ToMan +18 LEMONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora