KAZUTORA HANEMIYA

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Su cara de pocos amigos había llamado mi atención el primer día que lo conocí.
Cara seria, altura de unos 1.82 o 1.83 centímetros. Cabello intercalado por dos colores, largo y sostenido en una coleta. Su postura era relajada, y abajo de uno de sus ojos descansaba un lunar. Atractivo. Era totalmente mi tipo.
Recuerdo que lo miré porque sentí un par de ojos en mi espalda y para mi sorpresa, esos ojos eran enormes.
Recuerdo que charlamos porque yo inicié la conversación. Su personalidad me cautivó de inmediato. Él era interesante, maduro también era amable y tenía una voz calmada. Las cosas fluyeron. Me pidió una cita y, dos meses después éramos inseparables.

Kazutora me había contado cosas sobre su pasado, que era bastante turbio, él había estado muy roto, y también había sabido irse por el "buen camino". Pero hay cosas que por más que trabajes no quieren dar su brazo a torser. Y una de ellas es que aún seguía siendo un tanto codependiente emocionalmente hablando.
Kazutora Hanemiya era el hombre más posesivo que yo había conocido. Y, si no fuera que su posesividad la canalizaba en la cama, y el hecho que era un hombre completamente distinto al que me habían contado, y que estaba enamorada de él, ya lo habría dejado.

-Ese imbécil estuvo toda la noche mirándote el culo, no sabes todo lo que tuve que soportar para no molerlo a golpes.

Estábamos en su apartamento, habíamos regresado de una noche de copas. Me tenía sentada sobre sus piernas, su boca en mi oreja, susurró aquello. Su voz había ido bajando de volumen a medida que metía su mano entre mis muslos y con las puntas de sus dedos rozaba mis ropa interior, y a pesar de que la caricia había sido casi casi un simple roce y había tela de por medio, di un respingo por la emoción.

-Cómo me encantan los hombres violentos.- Mi tono sarcástico le hizo soltar una risita.

-¿"Los hombres violentos"? Entonces, ¿hay más? Creí que sólo era yo.

-No seas ridículo, por favor. - Puse mis ojos en blanco.

-Estoy bromeando, no pongas tus ojos en blanco.

Él ni siquiera me había visto, y supo lo que hice. Sonreí. Me tenía memorizada.

-De todas formas, aquél imbecil que dices no me interesa, ni tampoco "los hombres violentos". Sólo tengo ojos para ti, y mi culo solo es tuyo.

Kazutora besó mi cuello, contento. De vez en cuando le decía palabras de afirmación para que él no se sintiera tan desconfiado.

-Mamamela. Tengo muchísimas ganas de sentir tu boca... Necesito saber que sólo tu boca me pertenece. - Su voz un tanto suplicante e insegura, la mano que estaba entre mis muslos estaba ahora apretando mi centro; tomándolo con toda su mano. Por reflejo mis piernas se iban a cerrar pero él lo impidió con su otra mano. Tenía la certeza de que él percibia el palpitar de mi sexo y el cómo comenzaba a mojarme.

-¿Porqué no tú mejor me haces sexo oral a mí? Si tanto quieres hacerme sentir tuya, tú debes provocarme placer a mí, para variar.

Dicho eso, él apretó mi sexo. Sus largos dedos cerrándose sobre mí posesivamente. Yo gemi. Solo estaba jugueteando con él, claro que quería mamarsela, escucharlo gemir y que tomará mi cabello era algo que disfrutaba muchísimo, pero quería poner las cosas un poco picantes.
Kazutora besó mi cuello sin decir más, sus labios pasaron de fríos a cálidos, y su lengua se ofreció para tocar mi piel sensible, donde provocaba pequeños suspiros de mi parte y gruñidos de la suya. Su otra mano deslizaba el cierre trasero de mi vestido, con calma. Al llegar al final del cierre sentí un poco de frío por mi espina dorsal, dejó de besarme y quitó su mano de mi centro, me hizo darle la mano para ponerme de pie. Deslice los hombros del vestido para quitármelo ya del todo, pero, de no ser porque era ajustado habría caído. Para ayudarme, Kazu estiró sus manos hacia a mí y por fin quitarme la prenda, quedando así solo en pataletas. El frío que había sentido hace algunos segundos se esfumó cuando visualice los ojos de mi novio, que, estaban ansiosos y reflejaban una sed enorme, y era de mí.
Se bajó del sillón para colocarse de rodillas frente a mí, sus manos fueron a cintura y la recorrieron despacio, sus dedos haciendo pequeños círculos, trazando líneas, encajando un poco sus uñas, para al final aferrarce a ella.
El rostro de Kazutora de pegó a mi abdomen.

-Eres mía. - Su voz ronca y poseía por la lujuria hicieron eco en mis oídos.

Comenzó a dejar besos a lo largo y ancho de mi abdomen, dejando pequeñas mordidas, y uno que otro chupeton. Como dije, Kazu era bastante posesivo y le encantaba marcarme. Incluso me lo había comentado cuando comenzamos a salir. Me dijo que se sentía mejor si yo estaba marcada pero también me preguntó que si eso no me molestaba. Yo no tenía problemas con ello. Fue bajando cada vez más hasta que sentía suavemente como sus dientes mordian mi monte de venus, sus dientes tomando mi ropa interior y mi piel. Tomé su cabello entre mis manos acercandolo más a mi, mis caderas por inercia se hacían hacia adelante, buscando el alivio que quería mi centro. Sus manos se aferraron a mi ropa interior haciendo fuerzas, y las rompió.

-Mi ropa interior es cara.

-No necesitas usar ropa interior.

Colocó una de mis piernas sobre su hombro, sentí como perdía un poco el equilibrio, pues tenía alcohol en la sangre, pero el sostuvo mis caderas y como era fuerte impidió que me tambaleara más.
Sentí su tibia y húmeda lengua en mi. Fue dando pequeños lenguetazos por todo mi sexo, sin concentrarse en ningún lugar en específico, solo estaba saboreandome, yo gemia bajita. Me sentía frustrada, quería restregar mi punto nervioso en su boca.
Kazutora tomaba mis caderas con mucha fuerza y comencé a sentir un poco de dolor pero dicho dolor sólo me excitaba más, tomé su cabeza son con mano y lo lleve justo a donde quería sentir su lengua.

-Sí,sí, ahí. Oh Dios mío.

Él no se hizo esperar y atacó mi clitoris, satisfecho por hacerme sentir ese placer. Su lengua estaba caliente y húmeda. Mis piernas se contraian cada vez más, me sentía tan cerca.

Kazutora tenía una mesa de madera para dos, en esa mesa compartíamos nuestros alimentos.
Kazutora se quitó de mí, iba a protestar pero él me llevó a la mencionada mesa, y me recostó boca abajo, abrió mis piernas, y siguió su trabajo, ahora saboreandome desde atrás, y con más fácil acceso, ahora yo teniendo una superficie firme en la cual apoyarme. Así sería más rápido y placentero mi orgasmo. Dios mio, este hombre...
Mis pechos estaban contra la fría superficie, mis pezones erizos por el toque. Kazutora con ambas manos entre mis muslos impedía que cerrará las piernas y tenía hundida su cara en mí. La mesa rechinaba, haciendo ruido junto con mis gritos llenos de deleite por las atenciones de mi posesivo hombre.

-Dios mio, soy tuya. Soy tuya, Kazutora.

Mi cuerpo comenzó a temblar por el extasis proviniente del orgasmo que estaba teniendo. Kazu mordió uno de mis glúteos lo cual me sobreestimulo. Los dedos de mis pies estaban engarruñados y casi creí que me daría un calambre. Me sentía feliz, en mi cara se hizo notar una sonrisa enorme.
Escuché como Kazutora se desabrochaba sus pantalones.

-Dejame hacerte sentir que yo también soy tuyo.

La delicada piel mi sexo fue rozado por algo que podría decir era el glande del pene de Kazu.

Sería una noche larga.

One Shots ToMan +18 LEMONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora