HAITANI

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Una sonrisa orgullosa brillaba en su rostro ensangrentado. No era posible que después de aquello su cabello siguiera impecable. Imite su gesto.

-Esa es mi chica.

Se acercó para tomarme por el cuello, la mano que antes utilizó para dar un puñetazo me puso la piel de gallino por lo helada que estaba. Puso  sus labios sobre los míos y metió la lengua a su antojo. Disfrute de eso, a pesar del sabor a sangre que tenía en su saliva. Mordió ligeramente mi labio y yo proteste, lo empuje con mis brazos.

-¡Oh, vamos, por favor! Acabas de tener una pelea a golpes, y, ¿te quejas por una inocente mordida? Mmm...-Negó con la cabeza, según él decepcionado. Pero en sus ojos aún brillaba aquella soberbia que tanto me fascinaba provocar. -... Sé que siempre puedo contar contigo cuando se trata de poner en su lugar a estos imbéciles.

¿Contexto? Mi novio me había dicho que unos tipos habían estado husmeando por nuestros negocios, pero como eran tipos no muy peligrosos me dejó el trabajo a mí. Sólo di unos cuantos golpes al jefe de ellos. Un brazo roto, un par de dientes. A penas una advertencia.
De niña, como mis padres no tenían tiempo para mí, y como nuestra familia no era precisamente segura, me pasé mi infancia en muchísimas clases de defensa personal, karete, incluso boxxeo. Era un tanto peligrosa, claro, yo no dudada en soltar el primer golpe, jamás. Dependiendo de quien fueras, claro... Porque si eras mi novio, lo único que quería hacerle a tus huesos eran adorarlos.
Me puse de puntillas para besar una de sus mejillas.

-Como digas, esto te saldrá caro, no tenía ganas de hacer cardio o algo así, el dolor premestual siempre me mata. Me debes una.

Tomó mi mano, y comenzamos a caminar bajo el cielo oscuro y nublado de la ciudad.

-¿Segura que no tienes ganas de hacer cardio? Porque te juró que me prendió demasiado ver como te les metias una paliza a esos imbéciles. Ver tu carita concentrada... Haciendo tu trabajo... Me recordó a cuando tienes mi polla en tu boca, taaaan concentrada.

-¿Siempre eres tan raro? Nunca voy a entender cómo eres tan excéntrico, jajaja.

-¿Ah? - Se escuchó algo ofendido. Solté una risita. - No pensaba que eso te molestaba, la verdad. Por eso mismo comensaste a hablarme, por eso te enamoraste de mí, y por eso me la chupas. Aparte, llegué a última hora y te ayude.

Dijo, en tono divertido. Cerré los ojos con fuerza. No podía con él. Y como dicen, si no puedes con ellos, uneteles. Y de echo, si no hubiera llegado, el tipo que Ran golpeó, me habría dado con un bate que pese por alto. Tuve suerte.

-Gracias. Aunque ni siquiera debería dartelas, todo esto es tu culpa. - Me encogi de hombros. - No me pagan lo suficiente.

-Culpa a Koko, él es el administrador.

Ran y yo nos habíamos conocido en un bar, Koko intentaba sobornarme para meterme en su banda de delincuentes, pero la verdad es que yo ya había escuchado sobre ellos y tenía demasiada curiosidad, a parte, mejor estar de su lado. Sí, yo era peligrosa, pero, ¿qué tanto puede luchar una chica con sus manos desnudas, contra unos psicópatas y armas?. Así que le dije a Koko que no hacía falta sobornarme, ese mismo día me llevó a su recinto donde vi a un tipo alto y de cabello bien peinado. Cabello color lila y negro. Ojos almendrados. Caí inmediatamente.
Caí inmediatamente pero jamás se lo haría saber a Ran. Me gustaba que él pensara que con él tiempo me enamoré de él.

Llegamos al lugar donde tendríamos la junta de esa noche. Por suerte todos teníamos nuestras habitaciones individuales pero Ran y yo preferiamos compartir una para ambos.

-Me duchare.

Escuche que Ran dijo "ajam" y me adentre a la ducha. Me sentía un tanto adolorida. No me gustaba hacer ejercicio, o cosas que implicarán movimientos bruscos días antes de mi regla porque me dejaban fatal.
Abrí el grifo de la bañera. Fui quitandome la ropa enfrente del enorme espejo que era una de las paredes del cuarto de baño. Mi rostro estaba casi como el Ran, lleno de sangre, solo que el mío tenía un ematoma en el pómulo. Maldita sea. Mi cara. Hice un puchero mientras seguida observando detenidamente mi cuerpo en busca de más golpes, no había nada más que los que Ran había dejado días anteriores cuando tuvimos sexo. A mi novio le gustaba mucho golpear y ejercer su fuerza sobre mí, eran fan de dejar sus bonitas manos marcadas en mi cuello. También dejaba marcas de sus labios. Le gustaba todo eso de dejar huellas de que él estuvo ahí.
Me metí a la bañera. El agua me cayó de maravilla.
Unos pasos se fueron acercando.

One Shots ToMan +18 LEMONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora