cap 3

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Cómo se defenderá Valentina ante el sutil acoso de Juliana?

Solamente por ese beso, mereces todas las flores de la viejecita.

Esa frase me caló muy adentro, no estaba acostumbrada a conmoverme con frases aparentemente cursis, no sé porque esta vez las encontré sinceras.

Se me pasó por la cabeza que bajo esa influencia, estaba un poco desarmada si venía por más, pero no me acosó, siguió con la misma galantería y me llevó hasta la puerta de mi casa. Cuando le dije porque no íbamos a buscar mi coche me dijo que no valía la pena, a la mañana me iba a pasar a buscar. Nos despedimos con dos besos, y cada cual a su redil.

Cuando me acosté me acordé de todo lo que había pasado y no me entendía, ¿cómo consiguió hacerme sentir así? Lo que era admiración me temía que se estaba convirtiendo en algo más serio.

- ¿Podía ser que me estuviera enamorando de una mujer que hace una semana estaba peleada como perro y gato?

Era consciente que venía por mí, nunca me había engañado, era lesbiana, pero ¡yo no!; entonces no es que me agarrara desprevenida, sabía lo que buscaba y tenía todo a mi favor para contrarrestar su influencia ¿¿quería?? Eso es lo que me desvelaba, por un lado, saber que era una seductora y yo su víctima, y por el otro, esos tres pimpollos en mi almohada que me hacían recordar ese día como uno de los más dulces de mi vida.

Tardé en dormirme, regodeándome en sueños extravagantes donde un apuesto caballero ofrecía el mundo a mis pies, pero de pronto una arrojada dama venía a rescatarme y me ofrecía amor y tenía que elegir. No pude escoger, me desperté antes, solamente me quedo que la dama era Juliana, el caballero era difuso no pude reconocer su rostro.

Lo único que me faltaba, que ni en sueños me dejara tranquila, por lo menos si me hubiera enterado quien era el caballero. Pero bueno los sueños, sueños son y no había más que darle.

Me levanté, me arreglé e iba a tomar un café cuando tocaron el timbre. Era Juliana que me invitaba a tomar el desayuno en la cafetería. Me daba ganas de buscar un capote, para esquivar las embestidas, aunque no creo que sea buena toreando.

Bajé y me estaba esperando en la puerta, me dio los dos besos a los que me estaba acostumbrando, y me abrió la puerta para que subiera, sin ningún disimulo me estaba seduciendo, y no le importaba demostrarlo.

Para mi sorpresa, aparte de esos detalles, en todo lo demás se comportaba normalmente, hablaba con normalidad, trataba los asuntos sin afección, era como siempre, nada más que con una cuota de cordialidad más pronunciada.

Así fueron pasando los días, unas veces encontraba bombones en mi escritorio, siempre que íbamos a la cafetería si encontraba a la florista me regalaba una, siempre de distinto color, no sé porque, un día le pregunté.

-Juls – ya la llamaba por el diminutivo - ¿Por qué haces esto?

- Porque te quiero.

- Pero sabes que no soy lesbiana.

- Si lo sé, pero yo te quiero porque yo lo soy, y me encanta darte estos presentes, aunque a mí no me ayuden en nada sé que a ti te gustan, y con eso es suficiente. – me mordí los labios, me entró un calor en el pecho y no podía descifrar por qué.

- ¿Piensas que así lo vas a conseguir?

- No pienso Val, solamente trato, es mi sueño, para aterrizarme siempre estás tú.

- Oye, que esto no es uno de tus proyectos.

- Para ti no lo será, para mí, es el más importante.

SIEMPRE TE AMARÉ JULIANTINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora