cap 11

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La vida continua, a cada noche le sigue un amanecer.

La siguiente semana me tuve que ocupar de traspasar la titularidad a mi nombre: pagar impuestos, y coordinar lo que pertenecía a la empresa: lo que era de las fincas: y lo que quedaba liberado sin tenerle que rendir cuentas a nadie. El hogar que tanto había soñado Juls, lo iba a tratar de hacer con ese dinero, era la mejor forma de usarlo.

Con Guillermo y Renata  no cambió nada, el seguía haciendo lo que creía conveniente y la parte que tendría que sacar de los beneficios, lo seguía invirtiendo en la bodega, que por estar separada de la finca no dependía en nada de las hermanas, o mejor dicho de los cuñados.

Las mellizas que ya iban a la universidad, cuando había mucha tormenta o tenían fiesta hasta tarde, venían a dormir a casa

Me anoté en cursos de administración de empresas, pero recargaba casi todo en Andrea y Beth, y en la parte profesional el conductor era don Santiago, que desde que se había quedado viudo parecía que su casa era esa.

Me dedique de lleno a construir el hogar de niños refugiados. Desde luego le iba a poner el nombre de Juliana en su memoria.

Era una construcción bastante compleja, moderna, funcional y con algunas innovaciones en sentido ecológico (era una parte que la tenía bien estudiada)

Así pasó más de un año. Un día me llama Guillermo que si nos podíamos reunir para tratar un problema que le estaban haciendo los cuñados. Los invité a comer el sábado, (que es un decir, porque asar la carne lo hacía Guille) y podíamos usar la pileta que con el calor que hacía buen refresco íbamos a darnos.

Llegaron el sábado a media mañana y sentados afuera me expusieron el problema

Resulta que los cuñaditos no estaban de acuerdo en invertir en cambiar las viñas por otras certificadas, que es lo que estaban haciendo casi todos los viñateros para sacar un vino de categoría regional. Era algo que daría más ganancia y más calidad, pero había que esperar que las viñas crecieran, mientras tanto los beneficios se limitaban a lo que daban las plantas viejas.

El caso es que querían vender la finca y retirar su parte.

-No te preocupes, si la quieren vender se las compramos nosotros.

- Mira que yo no tengo capital para comprar lo que me toca, y lo que me pidieron es una barbaridad. Ellos quedaron con el veneno de no haber sido herederos, se la creían segura, y a ti no te lo perdonan.

- No me quita el sueño, Andrea como abogada nos podía decir hasta donde pueden llegar, me da ganas de llamarla, pero con lo que trabaja entre semana me va a mandar a la mierda.

- ¡Quién! ¿Andrea te va a mandar a la mierda? – exclamó Renata– ay Val tú no sabes ni en que planeta vives.

- ¡Así claro! te crees que está a mi servicio para cuando me dé la gana.

- Mira, si te parece que nos puede dar una solución, llámala que te aseguro que no te va a mandar a la mierda – la llamé con bastante reticencia, como me contestó que venía enseguida la invité a comer.

- Andrea, vente a comer y tráete como para darte un remojón, que con el calor que hace te alivias un poco. – vivíamos cerca por lo que llegó al rato, vestida como siempre, con un traje sastre su ordenador en la mano y un bolso. Con el calorón que hacía y tan formalita, no quisimos decirle nada a ver si se ofendía. Cuando le explicamos el problema enseguida nos dio la solución.

- Si ellos quieren vender esta finca, ustedes piden de vender las que ocupan ellos, y como entre los dos tienen dos tercios, no pueden negarse, y de última ira a subasta la parte de ellos y se quedan en la calle. - la solución era acertada, entre los tres hermanos tenían la mitad y de esa ellos llevaban dos partes. Con la parte de Guillermo y la mitad mía teníamos mayoría.  Ya con el asunto aclarado la invité.

SIEMPRE TE AMARÉ JULIANTINA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora