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Arte

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Arte.

Arte.

¿Qué era el arte?

Cuatro pequeñas letras en una corta palabra que si nos poníamos a explicar se podría pasar todo el día y aún así no abarcarla por completo.

Arte.

Cuadros, música, baile, maquillaje, grafiti, ropa, instrumentos, pintura, coreografía, teatro, filmaciones, comida, postres.

Diferentes maneras de expresar diferentes sentimientos que serían interpretados de una manera diferente por cada diferente persona que la apreciase.

Si, quizá el concepto de arte de Yoshinori era tan abstracto y extraño como su propia percepción de esta y los cuadros que realizaba, había pasado una gran parte de su juventud siguiendo el hiperrealismo, destacaba por sus cuadros pero a sus veintitrés años descubrió algo mucho mejor, dejándose llevar por los colores, textura y sentimientos y entregándose por completo al arte abstracto.

Arte.

Para Yoshinori el arte podía ser cualquier cosa.

Para Yoshinori arte era aquel joven de cabellos rubios que paseaba por su sección de la galería unas tres veces por semana, le enorgullecía saber que este solo venía para apreciar sus cuadros.

Esa preciosa obra de arte llamada Hamada Asahi, piel pálida y facciones perfectas, suave cabello rubio que lo hacía resaltar entre la multitud.

—Me gusta este en especial— Señaló el chico observando un cuadro que no eran más que "Manchas" en tonos melón, café, rojo y crema, este asemejaba a una silueta muy borrosa que Yoshinori sonrió al recordar.

Después de todo el mayor arte estaba en ese chico.

—Lo hice pensando en alguien— Comento el artista envolviéndose un poco más en su bufanda, aprovechándose del fresco clima para invitar a su inspiración y mayor expresión de arte a tomar un café.