15. Encino

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— Mierda ...

Miró el reloj, 9:43. Excelente, lo que le faltaba, llegar tarde al plan que habían planeado Ali, Johnny y él. Chocó sus palmas contra sus muslos, exhausto de haber corrido y un poco ansioso al haber llegado y no encontrar a ninguno de los dos. Rodó los ojos en desespero por su idiotez, ¿cómo pudo haber sido tan tonto?

Okey, sí. Era una idiotez, y una tremenda. Pero era su único plan, no podía entrar por la puerta principal vestido así, y menos si no sabía cómo era la seguridad por dentro. ¿Y qué decidió? bueno, lo más obvio. Entrar por la cocina.

Un aroma a comida que de lejos notaba ser de clase alta inundó sus fosas nasales, sonriendo ante tanta perfección. Pensaba que iba a ser todo un caos, sin embargo, los cocineros y ayudantes parecían ser los suficientes cómo para mantener un orden.

Era claro que algunos se le quedarían mirando raro, sin embargo, lo ignoraban. A pasos lentos se acerco a la puerta de salida otra llevar las comidas, notando cómo las puertas eran igual a las de las caricaturas; con un circulo cómo cristal. Se puso de puntitas, logrando ver por este cómo Ali y Johnny bailaban entre pequeñas risas.

LaRusso sonrió inconscientemente, sintiendo cómo en su estomago comenzaban a revolotear mariposas del tan solo ver la sonrisa de Lawrence. ¿Cómo podía verse tan perfecto con ese traje? ese cabello bien peinado y brillante. Y bueno, Ali no se quedaba atrás, se veía preciosa.

— ¡Ah!

Y fue lo único que se escucho tras el sonido de unos platos rompiéndose, todos giraron su mirada hasta el chico que yacía en el suelo cubierto de comida. Algunos rieron, y otros jadearon. Pero solo dos personas se atrevieron a acercarse, dos adolescentes que antes se encontraban en la pista de baile. Ocasionando así que los padres de estos dos los miraran mal.

— ¡Por dios, Daniel!— gritó Ali, sacándose su chal para poder limpiar los restos que se encontraban en su cara y ropa.

Daniel notaba la preocupación de Ali, y también notaba el enojo de Johnny al escuchar risas, y el detenimiento con el que su rubio lo miraba, cómo si buscase herida alguna.

— ¿Puedes levantarte?

Entonces Daniel recobró la atención en su amiga. Solo asintió, haciendo que los tres se parasen, LaRusso apoyándose en los hombros de ambos a pesar de la diferencia de altura.

— Ahora te ves más apetitoso.— mencionó Johnny, tratando de alivianar el ambiente.

El moreno y la de hermosos ojos lo miraron.

— Cállate.

Dijeron al unísono.

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