a place to hide ✦ lawrusso

19. Traidor

— Muchacho ser cinta negra.

Ali y Daniel se miraron, esperaban aquella mentira de ellos, no del señor Miyagi.

— Muy bien, date prisa. Ya esta comenzando, por el pasillo a tu izquierda.

— Bien ...— mencionó Ali sumamente nerviosa, poniéndose de puntas para besar la mejilla de Daniel.— te veremos dentro.

¿Cómo mierda se iba a poner eso? diablos, le hubiese preguntado al señor Miyagi o a Johnny cómo se ponía. Era confuso, ¿cómo es que?

— Hola, princesa.

Dio un salto en su lugar, girando de inmediato para encontrarse con un Johnny Lawrence vestido con el uniforme de Cobra Kai. Daniel le miro de arriba hasta abajo, soltando el aire retenido mientras que miraba al suelo completamente avergonzado por sus pensamientos.

— ¿Problemas? ¿quieres que te ayude?

— ¡Ay por---. —se dio cuenta que miraba su karategui.— Sí.

Lawrence pareció darse cuenta, orgulloso una vez más de poner nervioso a su novio.

Se acerco lo suficiente cómo para tomar ambas partes del uniforme, comenzando a atar este con la mirada de LaRusso encima. Se sentía un idiota, era muy fácil.

— No vas a matarme, ¿cierto?

— No ... será tal y cómo lo practicamos.— Johnny tomo con dulzura su rostro, plantando un suave y tierno beso en sus labios.

Sin embargo, pronto tuvieron que separarse, pues los ruidos de alguien entrando a los vestidores se hizo presente. Los Cobra Kai.

— ¿Johnny?— mencionó uno de ellos, notando cómo Lawrence se había puesto nervioso.

— Pero miren nada más con quién esta, ¿molestabas a Daniela sin nosotros?

Johnny apretó la mandíbula, buscando con sus ojos la ayuda de Tommy, quién al parecer entendió inmediatamente pues trataba de llevarse a los demás con el.

— ¿Qué pasa? ¿mami si supo vestirte? vaya, realmente me extraña.

Daniel miró al suelo, dándose la vuelta con furia, siendo empujado por el chico más fornido que ahí se encontraba.

— ¡Te estoy hablando, vago!

— ¡Ya basta! quiero llegar al torneo con la cara limpia, deja a este idiota en paz.

A pesar de haber sido llamado de aquella forma por su novio, sonrió torpemente. Girando de manera presumida mientras los despedía sarcásticamente con la mano.

— Con puntos o sin puntos ...

Daniel bajo la mano.

— ... estás muerto. ¡Estás muerto!

Tommy lo empujo molesto, dedicándole una pequeña mirada de "lo siento" al novio de su amigo. Daniel formuló con sus labios un "no te preocupes".

— Te veo afuera, amor.

Y entonces Daniel se derritió.

Sintió cómo Ali rodeaba su cintura con una cinta negra, preguntándose de inmediato de dónde la habían sacado. Y sintiéndose culpable porque de seguro era robada.

— Daniel-San date prisa, el torneo esta empezando.

— ¿De dónde saco esto?

— La robe.— le resto importancia con la mano.

Miró todo a su alrededor, parecía estar rodeado por miles de personas que podía reconocer fácilmente. Trago duro, nervioso, asustado.

Después de una charla informativa con Ali y una mirada con burla de Johnny y Tommy al pasar junto a ellos, paseo por la mitad del lugar, llegando hasta el dojo 3.

Johnny, oh, Johnny. No paraba de verlo, no paraba de tocar el collar que este le había dado. Se odiaba, y lo hacía en demasía, todo era su culpa. Si no lo hubiese acusado, el no sería un competidor, si no un espectador. Pero, de una forma u otra, se sentía orgulloso de si mismo, de todo lo que logró gracias a un esfuerzo junto a alguien que apreciaba. Notaba el orgullo de su madre, el de Ali, el del señor Miyagi. No cambiaría aquello por nada del mundo.

— ¡Damas y caballeros, su atención por favor! este es el primer encuentro de semi-finales de la tarde. El campeón de defensor, John Lawrence de Cobra Kai. Dos veces campeón. del trofeo de oro para menores de dieciocho años. Se enfrentará a Daniel del club de karate de Valle Langosta.

Su corazón no latía, y podía sentir que pasaba lo mismo con Lawrence. ¿Semi-finales? ¿cómo es que pudieron llegar tan lejos? o mejor dicho, ¿cómo pudo llegar tan lejos?

Quería correr, escapar, dejarle el trofeo a su novio, orgullecerse de él, besarlo cómo recompensa y reírse de todo lo que había pasado. Pero esta, era la vida real. Una competencia de vivir o luchar, una en la que tanto Daniel cómo Johnny, tendrían que desconocerse.

Uno tenía que perder.