Atardecer en el cementerio (Watching the sunset)

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El cementerio de Grodic's Hollow estaba solitario cuando se apareció, mientras el sol bajaba lentamente hacia el horizonte. La última vez que había estado allí, Severus se había deshecho sobre la tierra, culpable y lleno de dolor; sólo recordar cuánta resolución le tomó para salir y seguir adelante le provocó un malestar en el estómago.

Pasó frente a la tumba de Lily, apenas dedicándole una mirada; un pequeño ramo de flores blancas adornaba el suelo. El cementerio se alargaba hacía una pequeña colina, que daba hacia el valle, filas de lápidas enmarcaron su camino hacia el final, dónde árboles de hojas ocres adornaban el paisaje otoñal. Algunos de ellos tenían velas en pequeños frascos, un adorno de las festividades.

Allí, sentado de cara al horizonte, fue dónde lo encontró.

Severus sabía, por alguna razón, que sería allí dónde vería a Harry. Quizá porque era Halloween, el aniversario de muerte de sus padres, o porque era el único lugar donde la prensa no pensaría en buscarle, todos pensaban que era demasiado débil, demasiado sentimental, para acercarse a la tumba de sus padres.

Por el contrario, Harry no era ninguna de esas cosas. Era valiente como ningún otro, astuto como un Slytherin y tan listo para saber que le consideraban estúpido. Él mismo había pecado de ello años atrás.

En silencio, se paró a su lado, observando lo que Harry miraba. El cielo naranja se reflejaba en sus ojos verdes, dándoles ese velo de fuego que sólo había visto cuando mató al señor tenebroso. Ya no usaba gafas, desde que le había dado esa poción de corrección de la vista hacía un par de años.

La vista era impresionante y entendió por qué Lily había querido vivir en aquel lugar, si bien el mirador se hallaba rodeado de tumbas. Al menos era un bonito lugar para ella, para su descanso.

—Dijiste que ella amaba el atardecer tanto como a los encantamientos —Dejó ir Harry, su voz llena de una tranquilizante paz. Severus no había escuchado ese tono en él nunca.
—Lo hacía —Respondió casi en un susurro. Los pies descalzos del muchacho colgaban en el borde—. No se perdía ninguno.

Harry esbozó una sonrisa, pequeña y añorante, que hizo que el malestar de Severus viera por fin alivio. Sabía que el recuerdo de su sonrisa sería más fuerte que cualquier otro.

—Gracias... por hablarme de ella —Le miró y palpó el espacio a su lado. Severus alzó una ceja, su muda y arrogante forma de preguntar si iba en serio. Harry se apoyó en sus manos, con una expresión repleta de anhelo—. Sólo un momento. Por mi madre.

Dando un suspiro, se sentó de la misma forma. Sus dedos rozaron los de Harry sin querer, pero el muchacho no los apartó, en cambio, dejó una pequeña caricia en ellos. Severus no estaba seguro de haberse dado cuenta del momento exacto en el que el odio había dado paso a algo mucho más profundo.

Ambos miraron hacia el ocaso, el sol muriendo para dejar que la noche vagara libremente. Y allí, el día de Halloween, a un lado de tumbas y mausoleos, Harry tomó su mano y su cabeza se apoyó en su hombro.

No era la postal que podría esperarse o considerarse romántica, por otra parte, para Severus no existiría otra más perfecta.

Amantes de la noche oscura ❧ Dark Flufftober SnarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora