La desagradable verdad (Drunk confession)

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Estaba sentado en la barra, con un vaso de whisky de fuego sin tocar, mirando fijamente la bebida como si fuera alguna clase de espejo. Sin mucho esfuerzo podía ver las visiones que le atormentaban durante las noches.

Alguien se sienta a su lado y solicita hidromiel, el más fino y dulce que hubiera, su voz hace que se estremezca de anticipación, porque mirarlo es doloroso de una forma que jamás había imaginado. 

—Hola —Saluda y, por más que hubiera deseado resistirse, voltea. Su corazón brinca dentro de su pecho, chocando con sus costillas. Teme que él lo vea, porque no hay mucho que su piel y ropa puedan esconder en su figura huesuda.

—Hey —Murmura de regreso a su whisky, tomándolo para pasarlo de un trago. No podía hablar con él sin al menos uno de esos. El auror ríe, suave y varonil, el sonido que ha comenzado a añorar y por el que va a ese mismo bar todos fines de semana. 

—Te invito otro —Dice, haciendo una seña al cantinero con su mano. Sus dedos están llenos de cicatrices, una en especial que es blanca y apenas se nota, una frase que ha llamado su atención desde la primera vez que la vio. 

No debo decir mentiras.

El cantinero deja el whisky y él lo toma sin reparos, las cejas bonitas y azabaches se alzan, su cabello largo está atado en un moño hoy, a diferencia de las otras veces. Se ve bien, hay unos cuantos mechones sueltos, el peinado es diferente, le da fuerza y presencia —Él quisiera dejar su cabello largo, pero no sabe si le quedará bien—. Su barba también se ve prolija esta noche…

No puede evitar mirar, la marca de su frente, la que cruza su mejilla y sobre su ojo, la que está cerca de su boca. Es sorprendente que alguien con tantas cicatrices se vea tan apuesto. 

Otro whisky, más silencio. Nunca han hablado mucho, la mayoría de las veces sólo se observan de cuando en cuanto. No saben sus nombres y, aún así, acuden a la cita puntualmente. 

Sin embargo, esta vez él quiere hablar, quiere saber… así que pregunta y toma y toma, hasta que el mundo se vuelve un poco borroso. El hombre le sujeta cuando se tambalea. 

—Te llevaré a casa —Le dice y él asiente. Le dice donde encontrar su apartamento y salen del bar dando tumbos. El auror le toma de la cintura, sus manos arden. 

Lo siguiente es que está en su sala, cayendo al sofá con el hombre sobre él. Ambos se miran y sus ojos traen sollozos, traen sangre y dolor. Un gemido, sus alientos chocan y de pronto se están besando. 

Sus labios son suaves, su barba pica un poco pero no le importa. Él le muerde, magulla sus labios delgados a su antojo. Hay una esencia terrosa en este hombre fuerte, que es mucho mayor que él.

Diecinueve años mayor. 

—Snape... —Escucha que murmura, muy bajito, cuando su rostro se entierra en su cuello. El dolor quema y él gime de nuevo, el hombre hace eco. 

Y de pronto sus ojos están allí de nuevo, brillantes de deseo, culpa y tormento. Sube sus manos para acariciar la cicatriz en su frente con el pulgar, por un segundo puede verlo, joven, pálido y lloroso. 

—Sé que sonará extraño pero… lo recuerdo —Le dice, suave, rasposo, como si sus cuerdas vocales estuvieran en llamas—. Lo recuerdo cuando te miro… 

El hombre le mira confuso y temeroso.

—Recuerdo como se siente —Retira un cabello y lo pone tras su oreja—. La mordida, el dolor, la pena… cómo se siente estar muriendo.

—¿Qué…? 

No puede más que sonreír, con lágrimas floreciendo por la comisura de sus ojos, gotas que una vez fueron recuerdos. Observa los de él, verdes, vivos, rotos. Ya no son iguales, pero es él, no hay duda. 

Sabe que sólo le busca porque le recuerda a alguien de su pasado, a alguien que fue en otra vida… es doloroso, pero puede aceptarlo, porque está enamorado del hombre.

Le acaricia una vez más y él se apega a su toque, como un cachorrito que ha estado desamparado por una eternidad.

—Tienes los ojos de tu madre… —Susurra y Harry Potter se congela.

Amantes de la noche oscura ❧ Dark Flufftober SnarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora